Vamos a Conducir

Draven.

Un suave golpe sonó en la puerta. Tres ligeros toques.

—Adelante —llamé.

La niñera de Xamira, Dorothy, asomó la cabeza. —Alfa, perdone la interrupción. Xamira pregunta si puede mostrarle su dibujo.

Asentí una vez, con una tranquila sonrisa formándose en mis labios. —Hazla pasar.

La puerta se abrió más, y Xamira entró saltando, abrazando un montón de papeles contra su pecho. Su sonrisa era pequeña pero presente, lo suficientemente familiar como para no provocar alarma.

—Ven aquí —dije, volviendo a mi asiento.

Mi pequeña calabaza era la oportunidad perfecta para alejarme de Rhovan y los tontos pensamientos que estaba forzando en mi cabeza.

Xamira se acercó y me extendió una página. La tomé con cuidado.

Era un dibujo—tosco pero vibrante. Crayones manchados a través del pergamino, formando un jardín con lobos de palitos y una pequeña niña con cabello blanco.

—¿Tú dibujaste esto? —pregunté.

Ella asintió, pero su sonrisa no llegó a sus ojos.