Mi teléfono no dejaba de sonar. En el momento en que entré a mi apartamento, vibró de nuevo con el nombre de Vera parpadeando en la pantalla. Consideré ignorarlo, pero sabía que ella seguiría llamando hasta que contestara.
—¡Hazel! ¿Qué demonios pasó? ¿Estás bien? —Su voz explotó a través del altavoz sin esperar mi saludo.
Me desplomé en mi sofá, sintiendo de repente el peso del día aplastándome. —Es una larga historia.
—¡He estado viendo videos durante la última hora! ¿Tu padre golpeándote en el escenario? ¿Ivy desmayándose? ¡Internet está enloqueciendo! —Las palabras de Vera salieron atropelladamente en una oleada de ira y preocupación—. ¿Por qué no me llamaste? ¡Habría ido de inmediato!
—Solo necesitaba algo de tiempo a solas —dije, frotándome las sienes—. Todo sucedió tan rápido.
—Ese bastardo te golpeó frente a todos. —Su voz se endureció—. Te juro que voy a destruirlo. Los abogados de mi familia...