No podía creer lo que veían mis ojos mientras contemplaba el elaborado festín dispuesto ante mí. El pabellón del jardín se había transformado en un santuario privado para cenar, con delicados arreglos florales rodeando una mesa puesta con cristalería y fina porcelana.
—Señora Sinclair —dije, con voz apenas audible—, esto es demasiado.
El Chef Lin se acercó personalmente a la mesa, inclinándose ligeramente.
—He preparado un menú especial hoy, Srta. Shaw. El Sr. Sinclair mencionó sus preferencias por los condimentos sutiles y los mariscos.
Mi corazón dio un vuelco. ¿Sebastián recordaba detalles tan específicos sobre mí?
—Por favor, disfrute —continuó el chef—. Serviré cada plato personalmente.
Mientras él regresaba a su estación de cocina portátil, busqué mi teléfono bajo la mesa. Mis dedos temblaban ligeramente mientras le escribía a Vera.
*No vas a creer esto. Sebastián contrató al CHEF LIN solo para el almuerzo con su madre. Porque mencioné UNA VEZ que me gustaba su comida.*