Un Movimiento Calculado y una Invitación Inesperada

La mañana después de la visita desesperada de Alistair, desperté con una extraña sensación de claridad. Su patético intento de comprar la pulsera de mi madre había solidificado algo dentro de mí —una determinación para dejar de simplemente reaccionar al caos que él creaba y comenzar a tomar el control.

Agarré mi teléfono y marqué a Vera.

—Buenos días, sol —contestó, su voz inusualmente alegre para la hora temprana—. Por favor dime que llamaste para compartir jugosos chismes sobre cómo echaste a Alistair ayer.

—Mejor —dije—. Necesito tu ayuda con algo importante.

—Te escucho.

—Es sobre mi tía Liana. Su esposo está tratando de forzarla a salir de su negocio familiar. —Me senté en la cama, completamente despierta ahora—. Necesita inversores para recomprar acciones y mantener el control.

Vera no dudó.

—¿Cuánto necesita?

Le dije la cifra, y hubo un breve silencio.

—Es... sustancial —finalmente dijo—. Pero no imposible. Mi familia conoce personas que podrían estar interesadas.