Coqueteos Ebrios con un Extraño Misterioso

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—Sebastian Sinclair —balbuceé, entrecerrando los ojos hacia la figura borrosa a mi lado—. El hombre más poderoso de la ciudad. Mi héroe en las sombras.

El hombre se aclaró la garganta.

—Ya veo.

—¿Quién eres tú, de todos modos? —intenté enfocar su rostro, pero el alcohol hacía que todo nadara ante mis ojos—. ¿Te envió Vera? ¿Eres uno de esos elegantes acompañantes masculinos?

Sus hombros se tensaron.

—¿Disculpa?

Solté una risita, dándole palmaditas en el brazo.

—¡Está bien! No te juzgo. Vera siempre está intentando emparejarme. Eres muy guapo para ser un acompañante.

—No soy... —comenzó, pero lo interrumpí con un gesto desdeñoso.

—¡No te preocupes! Tu secreto está a salvo conmigo. —intenté guiñar un ojo pero terminé parpadeando torpemente—. Aunque no pareces muy amigable para alguien de la industria de servicios.

El hombre se pellizcó el puente de la nariz.

—Vamos a llevarte a casa.