Un Viaje Compartido Conspirado

El punto de vista de Hazel

El aire de la noche golpeó mi rostro cuando salimos del restaurante. Mi estómago estaba agradablemente lleno después de la cena, pero mis nervios estaban a flor de piel sabiendo que Sebastián esperaba en algún lugar cercano.

—Eso fue increíble —dijo Vera, estirando los brazos por encima de su cabeza—. Deberíamos hacer de esto una tradición mensual.

Asentí, buscando las llaves del coche en mi bolso.

—Definitivamente. Aunque quizás la próxima vez nos saltamos el interrogatorio sobre mi vida amorosa.

Vera se rió, sin arrepentimiento.

—¿Dónde estaría la diversión en eso?

Un elegante Bentley negro se detuvo en la acera. La puerta se abrió, y mi corazón dio un vuelco cuando Sebastián salió. Llevaba un traje oscuro que se ajustaba perfectamente a sus anchos hombros, sin corbata y con el cuello desabotonado lo suficiente para verse relajado pero aún imponente.