Dando la Vuelta a las Tornas

El punto de vista de Hazel

El residuo blanco adherido a mi pajita captó mi atención de inmediato. Bajé el vaso sin tomar un sorbo, mi mente repasando posibilidades. Fuera lo que fuera que Gloria había deslizado en mi bebida durante mi visita al baño, dudaba que solo me provocaría un malestar estomacal.

—¿Algo mal con tu jugo? —preguntó Gloria, con su voz impregnada de falsa preocupación.

Levanté la mirada, estudiando su rostro. Sus ojos se movían nerviosamente entre mi cara y el vaso, sus dedos tamborileando sobre la mesa. Amateur. Si vas a drogar a alguien, al menos ten la decencia de ser sutil al respecto.

—Está bien —respondí con un encogimiento casual de hombros—. Solo que no tengo tanta sed como pensaba.

Deliberadamente aparté el vaso y tomé mi tenedor en su lugar, fingiendo considerar el risotto. Los hombros de Gloria se tensaron, su impaciencia apenas oculta detrás de su sonrisa.

—El jugo es recién exprimido —insistió—. El mejor de la ciudad.