El Pecado de una Hermana, La Elección de un Esposo

El punto de vista de Hazel

Mantuve mi teléfono firme, observando los rostros de los Everetts mientras la realización los golpeaba. Gloria se había puesto mortalmente pálida, sus sollozos teatrales anteriores reemplazados por un terror genuino. Alistair parecía debatirse entre la incredulidad y el pavor.

—Dame el teléfono —su voz era tensa, controlada.

Dudé, saboreando este momento de poder. —¿Estás seguro de que quieres ver esto?

Gloria se abalanzó hacia adelante en su cama de hospital. —¡Alistair, no! ¡Te está manipulando!

Liana Everett eligió ese momento para entrar majestuosamente en la habitación, sus tacones de diseñador resonando contra las baldosas del suelo. —¿Qué hace esta mujer aquí? —exigió, mirándome con desprecio.

Sonreí fríamente. —Perfecto momento, señora Everett. Llega justo a tiempo para la función familiar.