## POV de Hazel
Mi teléfono vibró de nuevo en mis manos. Esta vez, el nombre de Sebastián apareció en la pantalla.
Eso fue rápido. Cora debe haberlo llamado inmediatamente.
Miré fijamente el dispositivo vibrante, con el corazón acelerado. Cada timbre se sentía como una cuenta regresiva hacia la confrontación inevitable.
—¿No vas a contestar? —preguntó Quentin, mirándome a través del espejo retrovisor.
Con un suspiro profundo, acepté la llamada.
—¿Hola?
—¿Dónde estás? —la voz de Sebastián estaba tensa, con preocupación apenas controlada.
—De regreso a la ciudad —respondí, tratando de sonar casual a pesar del dolor pulsante en mis rodillas—. Está bien, Sebastián. No necesitabas...
—¿Qué pasó? —me interrumpió—. Cora dijo que estabas herida.
Lancé una mirada molesta hacia la ventana empapada por la lluvia.
—Es solo un esguince. Nada grave.
—Hazel —su tono se volvió más bajo, más serio—. No minimices esto. Necesito saber exactamente qué pasó y qué tan malo es.