Prueba Genética.

(Academia Militar de Rodova – Cámara de Pruebas de Reflejos, Recuperación Post-Prueba)

Leo se sentía agotado al terminar la prueba de reflejos, su respiración entrecortada en jadeos irregulares mientras se arrodillaba en el frío suelo de pruebas. El sudor le corría por la espalda, todo su cuerpo temblaba por el esfuerzo, sus músculos vacíos como si cada onza de fuerza hubiera sido drenada.

Sin embargo, esta no era la primera vez.

Esta fatiga abrumadora—este agotamiento completo—se estaba convirtiendo en un patrón recurrente.

Había sentido lo mismo cuando activó por primera vez esa extraña habilidad de ralentizar el tiempo, pues, en el momento en que terminó, su cuerpo se había derrumbado bajo su propio peso, dejándolo jadeando por aire como un hombre ahogándose.

«No puedo permitirme esto en una batalla real», se dio cuenta Leo, sus manos cerrándose en puños contra el suelo. «Si me derrumbo después de eliminar a unos pocos enemigos en una batalla real, estaré acabado».