Rival

Mientras los ojos negros de Leo se fijaban en los dorados de Su Yang, una batalla silenciosa de voluntades tenía lugar entre ellos.

El agarre de Su Yang en la mano de Leo era firme, inquebrantable—pero a medida que pasaban los segundos, lo apretó aún más, aplicando una presión lenta y deliberada.

No era solo un apretón de manos. Era una prueba.

Una prueba de resistencia. De compostura.

Los estudiantes a su alrededor observaban en tenso silencio, los más experimentados reconociendo lo que estaba sucediendo.

Leo sintió la fuerte constricción alrededor de sus dedos, la forma en que Su Yang alteraba sutilmente la presión para detener el flujo sanguíneo mientras aplastaba los capilares más pequeños bajo su piel. Era una aplicación lenta pero calculada de fuerza—no suficiente para romper huesos, pero sí para enviar un mensaje.

Sin embargo, la expresión de Leo nunca vaciló.

Su agarre permaneció tan firme como había sido desde el principio. No se estremeció. No reaccionó.