Nueva Rutina

(Academia Militar de Rodova, Habitación de Leo)

*BEEP* *BEEP* *BEEP*

Las alarmas sonaron con fuerza, mientras Leo se despertaba de golpe, su respiración entrecortada, su cuerpo inusualmente empapado en sudor frío.

«¿Qué demonios acabo de presenciar?», se preguntó Leo, mientras su pulso retumbaba como tambores de guerra en sus oídos, su pecho subiendo y bajando rápidamente como si acabara de salir a la superficie después de ahogarse.

«Se sintió como si yo fuera el ejecutado... Se sintió como si yo fuera el traicionado», se dio cuenta Leo, mientras miraba sus manos, viéndolas temblar violentamente.

Por una fracción de segundo, el mundo a su alrededor aún se sentía irreal.

Su habitación—su cama, su escritorio, el tenue resplandor de las luces nocturnas de la academia filtrándose por la ventana—todo parecía distante, casi incorrecto.

El campo de batalla aún se aferraba a su visión.

Los gritos. Los relámpagos. El repugnante crujido de huesos y carne siendo desgarrados.