Leo flotaba en silencio, con la mirada fija en el antiguo pergamino desplegado ante ellos, tratando desesperadamente de memorizar su contenido.
A primera vista, parecía ser nada más que una caótica red de patrones geométricos superpuestos—complejos, pero aparentemente sin sentido. Pero cuando el hombre que se parecía inquietantemente a él comenzó a hablar, las piezas del rompecabezas empezaron a encajar.
—Esta formación no es solo una táctica de batalla—es un lazo dimensional —explicó el padre, su voz profunda llena de certeza y reverencia.
Sus hijos, con los ojos abiertos de asombro, se aferraban a cada palabra.
—Este diseño está creado específicamente para atrapar seres más allá de nuestro plano mortal —continuó, trazando la intrincada espiral de líneas—. Y lo he probado en mí mismo para asegurarme de que funciona.
Leo contuvo la respiración.
¿Lo probó en sí mismo?