(Mundo Detenido en el Tiempo, 143 Kilómetros desde la Entrada del Bosque, Día 12)
Durante los siguientes cinco días, el grupo tuvo que abrirse paso luchando a través del bosque con apenas tiempo para respirar, ya que ya no había tramos tranquilos, ni caminatas pacíficas entre combates, y ciertamente ninguna misericordia de las criaturas que los acechaban sin descanso.
Cada pocas horas, algún nuevo horror saltaba desde la copa de un árbol o se abría camino arañando desde debajo del suelo, obligando al equipo a levantar sus armas y prepararse para otro sangriento encuentro.
Los ataques seguían llegando. Cada pelea se difuminaba con la siguiente, y aunque la mayoría de los enemigos no eran imposiblemente fuertes, su interminable frecuencia comenzó a desgastar al equipo.