(Mundo detenido en el tiempo, Borde del Cañón, Día 14, Tarde)
Cuando el equipo finalmente llegó al mismo borde del cañón, se detuvieron sin que Raiden tuviera que dar la orden, ya que la vista ante ellos parecía algo tallado en el fin del mundo.
El cañón se extendía tan lejos que el lado opuesto apenas era visible, y tan profundo que solo la oscuridad pura les devolvía la mirada desde abajo, tragándose todo a la vista como un vacío que nunca había conocido la luz.
No había pájaros, ni árboles, ni hojas susurrantes a la vista.
Solo viento.
Viento constante y pesado que aullaba desde el abismo sin descanso, barriendo el acantilado como una advertencia que se negaba a desvanecerse.
No era lo suficientemente fuerte para empujarlos hacia atrás, pero sí lo bastante ruidoso para ahogar las palabras, mientras llevaba consigo el olor seco de piedra antigua y el leve sabor metálico de algo hace tiempo descompuesto.