La siguiente plataforma en la que aterrizó el equipo cambió su velocidad de descenso y ascenso dramáticamente después de que tocaron suelo, ya que a diferencia de la anterior, esta no se tambaleaba en absoluto, pero su ritmo era completamente diferente.
La caída fue brusca, casi repentina, mientras que la subida que siguió fue dolorosamente lenta e irregular, como si a la plataforma ya no le importara obedecer ningún ritmo.
Ya no había un patrón predecible en su movimiento, lo que hacía muy difícil predecir el momento del siguiente salto, ya que el equipo ahora tenía que improvisar basándose únicamente en sensaciones.
—Bueno, esto cambia la dinámica por completo —dijo Karl mientras estabilizaba su postura cerca del centro—. Si no podemos predecir de manera fiable cómo reacciona cada isla después de que aterrizamos en ella, entonces trazar un camino limpio hacia adelante será casi imposible.