"Ya llegamos señor." Dijo Damian, aparcando frente a lo que parecía un pequeño aeródromo privado con el símbolo de los Regen, que era una 'R' en la que la línea vertical estaba sustituida por una lanza con una borla roja.
El plan era tomar uno de los Tamel de su familia para llegar a la academia, ya que era imposible entrar o salir de ella sin uno.
"Señor, de ahora en adelante no podré acompañarlo, así que le deseo la mejor de las suertes." Dijo Damian de forma honesta, inclinándose levemente hacia él.
Se sentía... extraño. Duman no supo nada de Damian después de huir de su casa para alistarse en la milicia, pero recordaba como él y algunos otros sirvientes eran amables con él, a veces hasta el punto del hartazgo. Ya tenía 17 años, apunto de cumplir 18, no necesitaba tanta protección de ellos, pero ahora, viendo hacia atrás, agradeció de todo corazón lo que ellos habían hecho.
"Está bien, por cierto, ¿Damien? Gracias." Respondió Duman, viendo como se acercaba una nave con cuatro propulsores en la parte de abajo que expulsaban gases a alta temperatura y presión. Ese era un Tamel, el vehículo que lo llevaría a la academia.
"... De nada, señor. Siempre estaré de su lado." Dijo, sorprendido por el repentino agradecimiento. En el pasado era un chico callado, con la mirada siempre perdida y que solo hablaba con el señor Elence y sus hijos. Pero de repente venía y le agradece por algo que Damian no entendía del todo, aunque eso no importaba, solo importaba que su señor parecía haber crecido.
Damian no pudo evitar emocionarse, sus ojos llorosos viendo como Duman tomaba la lanza que el señor Elence le regaló en su 15avo cumpleaños.
"Agh, crecen tan rápido." Susurro Damian mientras se secaba los ojos.
Duman estaba extrañado, ya que no había podido escuchar del todo lo que Damian dijo, pero si era extraño ver al sirviente tan emocionado. La última vez que lo estuvo fue cuando se graduó de la secundaria, aunque era un recuerdo que prefería no recordar, todavía podía escuchar los sollozos de Damian ese día mientras era sostenido por el resto de sirvientes.
Una vez que agarró todo lo que necesitaba y que el Tamel aterrizó, Duman se acercó rápidamente, pues tenía que aprovechar que los propulsores estaban calientes o tendrían que esperar a que volvieran a calentarse.
"¡Señor!" Gritó Damian, haciendo que Duman se girarse a verlo.
"... ¿Nos volveremos a encontrar?" Preguntó, haciendo que Duman se quedase sin palabras.
Entendía la duda de Damian, ya que era muy probable que Duman no quisiera volver nunca más a esa casa, pero al mismo tiempo Duman fue lo más similar a un hijo que tuvo.
Fue contratado por el señor Elence para ser sirviente personal de Duman cuando éste tenía 5 años. Al principio pensó que sería extremadamente difícil, ya que tendría que servir a un niño extremadamente orgulloso o mal criado, pero, contrario a todo lo que esperaba, solo se encontró con un pequeño niño que se estuvo solo desde muy temprano en su vida.
Al momento de ver al señorito Duman en su habitación, totalmente vacía a excepción de una cama, una ventana y un escritorio con algún que otro juguete, Damian pudo entender porque el señor Elence lo eligió a él para el trabajo. Él sabía de las complicaciones de Damian y su esposa, y decidió regalarles algo tan valioso y delicado como el cuidado de su sobrino.
Ahora, después de 12 años juntos, Damian podía admitir que el ahora señor Duman era su mayor orgullo, sintiéndolo como su propio hijo.
"Yo... no estoy seguro Damian." Respondió Duman, con una mano en su nuca mientras la otra sostenía la lanza que su tío le regaló.
Damian sabía que esa era una posible respuesta, de hecho sabía que era la respuesta más probable, pero aun así tuvo que mirar al suelo. Era algo estupido, ¿por qué lloraría en un momento así? Tenía que estar feliz por su señor, ya que por fin podría extender sus alas. Tenía que levantar la cabeza ahora mismo, tenía que mostrar una sonrisa mientras le deseaba un buen vuelo.
... Pero no podía. Tenía un nudo en la garganta y sabía que si levantaba la cabeza ahora vería a su señor, su pequeño, ahora tan crecido y lleno de un futuro tan brillante, sus ojos no podían parar de producir lágrimas.
"... Yo-" Empezó Damian, intentando controlarse, pero fue interrumpido, ya que Duman no había terminado de hablar.
"Pero una vez que todo esto termine, si puedo, juro ir a visitarlos a Iris y a ti." Dijo Duman, haciendo que Damian levante rápidamente la cabeza.
Solo pudo ver un poco de aquella sonrisa poco común en la cara de su señor, antes de que este se diera la vuelta para subirse al Tamel.
"... Sniff... ¡Está bien señor!... Sniff... ¡Que tenga un buen viaje!" Gritó Damian, dejando que las lágrimas bailen en sus mejillas del orgullo y felicidad que su señor le hacía sentir.
***
'Uff, eso fue más difícil de lo esperado' Pensó Duman, viendo como Damian todavía seguía despidiéndose mientras él se alejaba en el aire.
'... Como sea. Necesito concentrarme en el futuro primero...' Lastimosamente, en ese mismo instante recordó algo clave. Él no sabía porque había iniciado la guerra.
'¡Mierda! ¿¡Por qué me mandaron a mí!?' Se quejó Duman.
Obviamente no era como si no recordara a las partes involucradas o la razón superficial por la cual lucharon, pero la verdadera razón todavía era un misterio para él. Lo único que sabía o se había hecho público fue que, de repente, hubo una traición simultáneamente en cada uno de los territorios de cada raza.
Los responsables de este ataque fueron los Exiliados: Una unión de personas de diferentes razas que no tenían un objetivo claro. Los de más bajo rango dentro de los Exiliados dijeron diferentes razones por las que se unieron, cada uno con diferentes metas. Por otro lado, los de rango intermedio decidieron morir antes que decir algo o que les saquen alguna información, e incluso la poca información que se les pudo sacar no contenía la identidad de los miembros de alto rango. Eran un completo misterio, nadie pudo verlos ni sabían como eran.
Después del ataque, los Exiliados soltaron diferentes anuncios para que aquellos 'oprimidos o ignorados por el sistema y que quieran venganza o un techo justo sobre el que dormir' se unan a ellos, siendo que en algún punto después del anuncio Garam decidió unirse a ellos, un gran golpe para el resto de civilizaciones en la Tierra.
Inmediatamente después, los Exiliados dejaron de ocultarse y decidieron lanzar un ataque a gran escala a una ciudad perteneciente a los Elfos. Al principio, si bien la noticia sacudió al mundo, el público no estuvo demasiado alterado. Supusieron que los Elfos simplemente repelerían el ataque y que después de unos meses todos los Exiliados estarían muertos.
Lastimosamente estaban equivocados. Primero fue esa pequeña ciudad elfa, después fueron las complejas y desafiantes montañas de los Enanos, seguidas de las ciudades de los adaptables humanos. En ese punto, todos ya se dieron cuenta que eran una fuerza a tomar en cuenta, ya que las cinco razas de la Tierra se unieron para eliminarlos, logrando detener lentamente el ataque, pero sacrificando muchísimas vidas en el camino.
Vidas que ahora dependen de Duman, que todavía no tenía idea de cómo salvarlas.
'... Uff, como sea. De todas formas necesito ser más poderoso si quiero hacer algo.' Concluyó, viendo por una de las ventanas a la academia a la que se encontraba yendo, así como los Tamels de otras personas. Claramente no todos podían permitirse tener uno propio, de hecho Duman tampoco tenía uno. En el que estaba ahora mismo era 'propiedad de la familia', que se traduce a 'propiedad del abuelo Hukdar'.
Como sea, de igual forma no había nada muy especial en los Tamels. Eran solo una forma de transporte y una manera con la cual las grandes familias presumen.
Viendo hacia abajo, donde se encontraba su lanza sobre su regazo, apreció y valoró su arma. La mayoría de personas ni siquiera tenían una, ya que, si bien se puede comprar el ingreso a la academia, una gran cantidad de personas ingresaban por méritos y no tenían los recursos como para invertir en un arma.
Obviamente la academia les daba un arma hasta que pudiesen crear o comprar una en condiciones, pero eso no quitaba lo especial de su arma.
Gracias a ser creada del cadáver de un Blasfemo de rango B, podía almacenar un Remanente del mismo rango, aunque recordar los Remanentes le trajo más incertidumbre.
Los Remanentes son lo que convierten a un humano (o a cualquier otra raza) en un Bendito. El problema era que existían Remanentes de una increíble cantidad de dioses y no todos eran útiles para el combate. Algunos eran útiles para otras tareas como la búsqueda de conocimiento, como Malgek que, aunque no se sabía, se teorizaba que su Remanente venía de Odin, un antiguo dios que, entre sus muchos dominios, estaba el conocimiento.
Así es cómo son creados los Benditos y los Blasfemos, la diferencia entre cada uno viene por la forma en que son creados, aunque la mayoría acepta que en gran parte viene de la suerte. Cuando cualquier ser vivo entra en contacto con un Remanente existen dos posibles resultados: El individuo y el Remanente resuenan o ambos desentonan, creando a un Bendito y a un Blasfemo respectivamente.
Lo único que Duman esperaba era que por lo menos consiguiera alguna habilidad útil para su objetivo de evitar la guerra. De hecho, por mucho que le disguste, desearía resonar con un Remanente del mismo dios con el que su familia resonó, el Dragón Celestial, dios comúnmente reverenciado por los Drakard.
Lamentablemente Duman sabía que su primer intento de resonar con cualquier Remanente fallará. Ya lo intentó antes de viajar en el tiempo y nada insinuaba que en este nuevo intento lograra hacerlo, por lo que tenía que apuntar al final del segundo semestre, donde se les daría un nuevo intento a los alumnos para que resuenen con un Remanente.
"Bzz... ¡Dime! ¿Alguna vez has pensado 'Oh, ¿por qué las chicas no me notan?'? ¡No te preocupes, pues con nosotros...!"
Una pantalla dentro del Tamel se encendió, mostrando un comercial de desodorantes protagonizado por Laurent, un vampiro famoso por una multitud de cosas como ser guapo (algo no muy difícil para un vampiro) y ser un poderoso Bendito del dios de los vampiros, al que ellos llaman el Progenitor Primordial.
Duman, que estaba acostumbrado a los Tamel de la milicia, se sorprendió de que hubieran anuncios en el Tamel privado de su familia, hasta que recordó la situación actual de la misma.
Si bien era cierto que los Regen eran una gran familia en el reino humano, también era cierto que vivían de gloria pasada. Una vez que los tiempos más oscuros en la Tierra pasaron, los Regen no pudieron adaptarse a una vida de burocracia y política, ellos eran más de saltar al campo de batalla y masacrar a sus enemigos.
La única razón por la cual los Regen no desaparecieron por completo fue gracias a que los Ecos, la moneda aceptada por cualquier reino, que se creaba de los cadáveres de Blasfemos, por lo que con su habilidad para matar pudieron generar una gran cantidad de dinero. El problema con eso era que dependían completamente de que sus descendientes fueran Benditos y que fueran de alto rango.
En contraste, familias como los Morgan, que en el aspecto de descendientes Benditos estaban débiles, siguen siendo importantes por un buen manejo que los llevó a ser propietarios de una empresa encargada de tratar los cadáveres de Blasfemos y transformarlos en Ecos o en otras cosas. Todo esto causando que, una familia con tanta historia como los Regen, sean degradados a simples perros de caza para los Morgan.
"Bzz... Señor, prepárese, estamos a punto de descender."
El mensaje del piloto sacó a Duman de sus pensamientos, haciendo que vuelva a ver hacia afuera. Efectivamente, estaban ya bastante cerca de la plataforma de aterrizaje, aunque no fue eso lo que más le llamó la atención.
Ahí abajo, en un Támel público, se encontraba, una cabellera rubia y una cara monótona que eran inconfundibles.
'Ugh, mierda. Olvide esto...' Pensó Duman, sintiendo náuseas y un sudor frío que le recorría la espalda con solo mirarlo a él, aquel que casi lo mató.
Estos próximos tres años aparentaban ser más duros de lo que Duman imaginó.
*
Cuando aterrizaron, llevaron a todos los posibles futuros alumnos a un enorme gimnasio donde había un escenario. Allí separaron a todos los jóvenes en tres grupos, haciendo que cada grupo hiciera una de las tres pruebas y rotaran después de una hora.
Duman, afortunadamente, fue elegido en un grupo diferente al de Garam, aunque había algo raro en este sistema. Las tres pruebas eran: una prueba escrita donde se pondrían a prueba sus conocimientos en ciencia, literatura e historia. Una prueba física, ya que aunque en un futuro tengas una habilidad no apta para el combate, aún se considera que deberías tener una mínima aptitud física. Y una prueba mágica, que funcionaba bajo la misma justificación que la prueba física.
El problema que Duman encontró en esto era que, si tenías la mala suerte de empezar con la prueba física, entonces estarás demasiado cansado como para rendir al 100% en las pruebas escritas o mágicas. Aunque obviamente Duman no se quejaría, ya que le tocó rendir la prueba escrita primero.
Desafortunadamente, un compañero de su mismo grupo no sentía lo mismo.
"Em... ¿¡Señor!?" Llamó la atención un pequeño chico con lentes.
"¿Hm? ¿Qué quieres?" Preguntó de forma brusca el profesor Owen, un Drakard grande que Duman recordaba por ser un profesor brutal en sus clases, todas centradas en el aspecto físico de los estudiantes.
"... ¿No es... injusto para los que empiezan con la prueba física?" Dijo el chico, con un poco de inseguridad al hablar.
"Hmm... Es una buena queja." Aceptó rápidamente el profesor Owen. "Aunque el problema es que no nos importa. Faro de la Concordia es una academia que se encarga de producir lo mejor de lo mejor, y para eso primero necesitamos una materia prima lo suficientemente buena. Si la suerte es un factor lo suficientemente grande como para descalificarlos, entonces nunca merecieron estar aquí en primer lugar."
‘Uf… Duro, pero cierto. Se supone que en el futuro seremos las más brillantes luces de la Tierra.’
Después de eso nadie habló, haciendo que el profesor Owen se retirara del escenario, momento donde otros profesores se acercaron a cada grupo.
Al grupo de Duman se acercó una Elfa alta con lentes y con su pelo azulado claro llegando a la cintura. Ella era Alruna, profesora conocida por su elitismo, donde solo los inteligentes valen la pena.
La profesora se quedó viendo a Duman por unos segundos, frunciendo el ceño. Causando que Duman se extrañase y que sintiese un poco de miedo pensando que hizo algo mal. Afortunadamente dejó de verlo, en cambio viendo a todo el grupo con el ceño fruncido.
"Uff, genial." Susurro. "Todos, siganme para la prueba escrita."
Después de eso simplemente se dio la vuelta y empezó a caminar, causando que los alumnos caminen rápido, aunque en realidad estaban yendo casi al trote gracias a que cada paso de ella eran dos de para la mayoría del alumnado.
***
Owen, que se encontraba bajando de las escaleras del escenario detrás del mismo, se encontró con una persona... especial.
"¡Hey! Bien hecho ahí arriba. Por cierto, buena excusa le diste a ese chico." Dijo la otra persona, mofándose al final.
Era un hombre que medía un metro y ochenta centímetros aproximadamente. Estaba vestido con el uniforme negro para profesores, que denotaba una elegancia digna de los profesores de la mejor academia y que al mismo tiempo les dejaba hacer cualquier movimiento fisico. Su cara pálida con una saludable coloración rosa y su pelo rojo, característica principal de su familia.
Era lo que Owen menos necesitaba ahora mismo, un Regen.
"... Uff. ¿Qué quieres Elence? No creo que te hayas acercado solo para burlarte de mí o del sistema de la academia."
"¡Auch! Quiero que sepas que eso me dolió. Me haces parecer algún tipo de oportunista o algo por el estilo." Dijo Elence, agarrando su pecho simulando estar ofendido.
"... Estás preocupado ¿verdad?" Lastimosamente, Owen lo conocía lo suficientemente bien como para saber que estaba pensado. "Tranquilízate, ella ya dijo que estaba de acuerdo."
"... Pero ambos sabemos como es. Ya me sorprende que ella haya decidido estar de acuerdo, pero ni siquiera pidió algo a cambio. Solo... estoy preocupado de que le quiera hacer algo."
"... Mira, entiendo lo que sientes, pero te estás olvidando de algo. Ella sigue teniendo un corazón. Hemos pasado por mucho, y puede que al principio haya sido... cruel, pero eso cambió. Ya no es la misma Elfa que nos acompañaba a masacrar Blasfemos o a destruir mazmorras. De hecho, recuerdo que Florian me contó que estaban intentando tener un hijo."
"¿¡Qué!? ¿¡Y por qué no me lo dijeron!?"
"Hm~ Quién sabe. Tal vez piensan que yo soy más confiable." Respondió Owen con satisfacción mientras se marchaba, siendo seguido por Elence que se seguía quejando, aunque más aliviado.
***
Después de un rato siguiendo a Alruna por los extensos pasillos de la academia, Duman y el resto de estudiantes llegaron a un salón extenso, lleno de escritorios en los que habían unas hojas dadas vuelta con un lápiz y una goma para hacer la prueba.
"Ahora, todos elijan un asiento. La prueba durará una hora en la cual no pueden hablar con nadie, ni siquiera conmigo, ni tampoco pueden levantarse, de hacerlo se entenderá que ya terminaron la prueba." Dijo Alruna de forma mecánica.
Todos rápidamente se sentaron, dejando a Duman sentarse al lado de las "ventanas", que parecían haber sido selladas por largas láminas de metal en un esfuerzo de evitar que los estudiantes hicieran trampa.
‘Fuu... Mierda, no recuerdo nada.' Pensó Duman nervioso. Si bien era cierto que la primera vez que hizo esta prueba pasó toda la noche anterior repasando todo lo estudiado, esta vez pasó la noche anterior intentando sobrevivir. Por lo que, en un intento desesperado, intento recordar todo lo que pudo de la última vez con la intención de escribir las mismas respuestas, pero no recordaba nada.
Su única esperanza era que no recordase nada porque la prueba era extremadamente fácil, aunque la razón más probable por la cual no recordaba nada era porque sucedió hace diez años, pero no costaba nada soñar.
Afortunadamente, el mundo decidió mirarlo por primera vez en lo que parecían dos vidas. Ya que al dar vuelta la hoja se encontró con preguntas extremadamente fáciles, aunque eso hizo que Duman sospechase. El mundo normalmente no sólo no estaba de su lado, sino que ahora parecía estar demasiado de su lado.
'¿Qué? ¿Cuál es el resultado de multiplicar un número positivo por uno negativo? ¿En serio estas son preguntas para un chico de 17 años?'
Ya no era que fueran fáciles, es que eran absurdamente fáciles. No es como si le importase demasiado, pero quería saber si era normal, por lo que hecho un pequeño vistazo al escritorio a su derecha.
'¿¡!? ¿Sea P(x) el polinomio de Taylor de orden 3 de la función f(x) = 6 sen(2x) en el punto 0. Hallar el valor de P(1)?'
La diferencia era obvia. Si bien Duman podía recordar vagamente algunos de esos conceptos, era totalmente imposible para él responder. Pero aun así no pudo evitar notar la diferencia entre cada problema, por lo que Duman pensó que habían diferentes pruebas con diferentes niveles de dificultad.
En un intento de confirmar su teoría echó un vistazo a la persona frente a la persona a su izquierda, encontrando a su peor enemigo, física.
'Un cilindro sólido homogéneo, de masa M = 1.0 kg y radio R = 0.30 m, cuelga de un cable delgado que une el centro del cilindro a una pared. El ángulo entre el cable y la pared es de 30°. El cilindro tiene una cuerda muy fina enrollada alrededor, de la cual se tira hacia abajo con una fuerza de 5.0 N. El coeficiente de fricción dinámico entre el cilindro y la pared vale 0.4, y el cilindro puede girar libremente alrededor de su centro. Calcula el módulo de la aceleración angular del cilindro ¿¡En serio estas son preguntas para un chico de 18 años!?'
Lamentablemente no podía hacer nada por los pobres bastardos, así como no podía juzgarlos por su cara de desesperación absoluta. Lo único que podía hacer era desearles la mejor de las suertes y contestar sus propias preguntas.
El problema vino al terminar de responder sus difíciles preguntas. Dado la dificultad de las preguntas, él fue el primero en terminar, pero no quería ser el primero en entregar, por lo que se quedó esperando... y esperando... y esperando.
En ese momento, entre el aburrimiento que lo sofocaba, pudo llegar a la conclusión más aterradora. Él era el único que consiguió una prueba tan fácil, o había otro como él que no quería ser el primero en entregar.
Con esa duda se giró en un intento de ver a Alruna, que se encontraba dando vueltas por el salón, para saber si ella sabía sobre esto, pero al girarse se encontró con Alruna mirándolo fijamente, sin importar hacia donde caminase, sus ojos no dejaban de verlo.
Al principio se sentía aterrado por su mirada tan fija en él, aunque después de cinco minutos ininterrumpidos de contacto visual dejó de sentir miedo, en cambio se sintió incómodo.
Afortunadamente, Alruna cortó el contacto visual, moviéndose rápidamente hacia un estudiante, dándole una palmada en la nuca.
"Estudiante Thalmin, usted ha sido atrapado intentando engañar a Faro de la Concordia, por ende su prueba ha sido invalidada. Como castigo, usted recibirá una mancha permanente en sus antecedentes estudiantiles." Dijo Alruna de forma monótona, aunque con una pequeña sonrisa que intentó con todas sus fuerzas ocultar, pero que Duman supo ver.
Resulta que Alruna, su futura profesora, era conocida por ser una gran sádica con aquellos 'Retazos estúpidos', aunque nadie sabía cuáles eran los requerimientos para ser uno. Parecía estar deseando que Thalmin hablase, que lo negase. Afortunadamente para ella, el Enano llamado Thalmin habló.
"¿¡Qué!? Yo... ¡Yo no hice trampa!" Gritó en un intento desesperado pero inutil.
"Hm~¿Acaso tu padre no está mandando mensajes en morse a ese pequeño dispositivo dentro tu riñón derecho?" Dijo Alruna, dejando ver su sonrisa sádica que atrajo a todos, tanto hombres como mujeres, por su belleza y por el peligro que les hacía sentir. "Tu error no fue intentar engañar a la academia, tu error fue intentar engañarme a mi."
Thalmin, con ojos llorosos, se marchó del salón, dejándolo en silencio. Momento que aprovechó el chico con lentes, que confrontó a Owen para levantarse, y entregar la prueba con una brillante sonrisa, siendo el primero en hacerlo.
En ese momento Duman pensó que lo mejor sería esperar a que por lo menos una persona más entregara la prueba, pero el problema era que estaba llegando a una cantidad peligrosa de aburrimiento, por lo que rápidamente se acercó para entregar su prueba.
"¿Hm? Oh, ¿vienes a entregar la prueba, Duman?" Preguntó Alruna, extrañando levemente a Duman ya que sabía su nombre. Aunque pensándolo mejor, era probable que haya escuchado de él gracias a su tío, que también trabajaba en la academia.
"Sí, fue un poco difícil, pero pude encontrarle la vuelta."
"... Uff... Igual de sinvergüenza que él." Susurró.
"¿Qué?"
"Agh, nada. Como sea, ya puedes marcharte." Habló Alrune de forma informal, sorprendiendo a los demás estudiantes que estaban cerca. "Ve a la prueba mágica o lo que sea." Terminó, ahuyentándolo con la mano.
No era la primera vez que le hablaba así. La primera vez que vino también lo trataba de la misma forma, probablemente porque lo veía como una versión pequeña de su tío, que según lo que este le contó, ellos dos formaban parte de un grupo antes de trabajar en la academia.
Al principio la forma condescendiente con la que Alruna le hablaba le hacía hundirse, haciéndole sentir más pequeño, pero, después de todo el tiempo que pasaron juntos y como ella intentó ayudarlos a él y a su compañero en aquel incidente, no pudo evitar sentir nostalgia al escucharla hablar de la misma forma.
"Jeje. Está bien profesora." Dijo, girándose para marcharse, aunque gracias a eso se perdió la cara de sorpresa de Alruna.
'... ¿Es él el mismo chico del que me habló Elence?'
***
Una vez que Duman salió del salón, estuvo a punto de dirigirse a la zona en la cual haría la prueba mágica, pero antes de poder hacerlo fue interrumpido por una voz tímida.
"Hey. Um... Tu... ¿También vas a la prueba mágica? ¿Puedo ir contigo? Honestamente este lugar es demasiado grande y tengo miedo de perderme."
Al girarse pudo ver al mismo chico de lentes que terminó la prueba primero.
"Oh. Sí, claro. De todas formas es un largo camino y es un poco deprimente hacerlo solo. Mi nombre es Duman." Se presentó extendiendo la mano. No tenía esto planeado, pero tal vez pueda sacarle algún provecho.
Si bien en parte lo hacía por el simple hecho de ayudar, también esperaba poder cooperar con él después, ya que si bien no tuvo recuerdos sobre esta prueba, sí tenía recuerdos de futuras pruebas, todavía podía recordar el dolor que le hicieron sentir. Por lo que si conseguía su ayuda, la ayuda de una persona que contestó con una sonrisa una prueba tan diabólica, tal vez pueda pasar las próximas pruebas.
Y él sabía que necesitaba pasarlas si quería ser lo suficientemente fuerte como para hacer un verdadero cambio.
"¡Gracias! Un gusto, mi nombre es Kith."