Capitulo 14

Thomas estaba en la capilla, sumido en oración, cuando un mensajero del pueblo llegó con una noticia que cambiaría su vida para siempre. Su corazón se aceleró al ver la expresión grave del hombre.

—Thomas... —comenzó con voz temblorosa—, ha ocurrido un accidente en tu pueblo. Tu madre, tu padre, tu hermana y hasta tu perro... todos han fallecido.

El mundo pareció detenerse. Thomas sintió que el suelo se abría bajo sus pies. No podía creer lo que acababa de escuchar. Las lágrimas brotaron sin control mientras la tristeza y el dolor lo invadían por completo.

Sus amigos del seminario, al verlo tan devastado, se acercaron rápidamente para abrazarlo y ofrecerle consuelo.

—No estás solo, Thomas —le dijo Lucas—. Estamos contigo.

En medio de la oscuridad de esa pérdida, Thomas encontró un pequeño destello de luz: la fe que siempre lo había sostenido. Sabía que debía ser fuerte, no solo por él, sino para honrar la memoria de su familia y continuar el camino que ellos tanto habían apoyado.

Esa noche, en su oración más sincera, pidió a Dios la fuerza para seguir adelante y transformar el dolor en esperanza.

El camino se volvía más difícil, pero Thomas estaba decidido a no rendirse.