Prólogo: Aquel sueño

Cada engranaje se puso en movimiento a partir de que aquel sueño ocurrió. ¿Tal vez una profecía? O solo fue una triste pesadilla de esas que tenía en la infancia luego de ser asustada por sus amigos. ¿Quién sabe...? ¿Siquiera debería darle relevancia?

Pero es que es tan vívido lo que sentía. El miedo hacía que sus huesos se resquebrajaran. Un manto negro cubría todo el horizonte. Criaturas amorfas sin rostro de las que jamás había escuchado hablar alguna vez sobrevolaban los cielos; el suelo se encontraba erosionado, dejando escurrir entre sus grietas cierto líquido carmesí que, de a poco, comenzaba a desbordarse, manchando sus descalzos pies.

No podía contener aquellos temblores que su cuerpo producía al intentar esquivar, en vano, ese cruel frío que le helaba hasta la sangre que corría por sus venas.

Pero nada de eso es tan trascendental como para que un sueño así se tomase en cuenta, ¿no? Después de todo, había escuchado historias provenientes de sus allegados donde soñaban con la muerte de familiares o hasta la de sí mismos. Para ella, ese era el más fuerte requerimiento que haría que catalogara una pesadilla como la peor de todas. Aún con todo lo que estaba sintiendo hasta el momento, tal vez cuando despertara solo estaría sudada o un poco incómoda.

Al menos, hasta que no se alcanzó ese punto de inflexión, sus estándares sobre qué tan fuerte sería una pesadilla para ser catalogada como la "peor de todas" eran esos.

De un momento a otro, sus oídos comenzaron a sangrar; miles de palabras en un idioma desconocido penetraban su cabeza. Sentimientos de violencia, dolor, odio y destrucción se apoderaron de un alma que no conocía la verdadera maldad hasta ese momento. Pero el tamaño de todos estos juntos no podría por nada ser comparado con el horror que se cernía en su corazón.

Una sonrisa se materializó en aquel oscuro horizonte; solo eso, sin más. Solo un poco se abrieron las fauces de aquella figura. Le hacía recordar el ruido que hacían las puertas de su dormitorio al cerrarse. Dentro, un globo ocular rojo encandescente comenzaba a arder en llamas de un fuego tan vivo que parecía eterno.

---¡Ha....!--- Una parvada de aquellas criaturas que mantenían el vuelo inmediatamente descendió en contra de la soñadora. Eran tantos que su inmensa cohesión hizo que el impacto se asemejase al de un martillo. No pasó un segundo y ya todos esos seres la habían atravesado. El tiempo de reacción solo le había dejado lugar para parpadear.

Pronto sintió algo en su pierna derecha; no era lo que fluía por el suelo, sino algo más impactante. Una mano le sujetaba tan atrozmente el tobillo que se lo iba a terminar haciendo añicos.

Ella cayó al suelo; sus manos se mancharon del extraño líquido. Observó su palma un instante; el reflejo que mostraba su rostro era perturbador. ¿Por qué de entre sus labios intentaba escapar un pequeño ojo...? Como sea... Ambos conectaron miradas y aquel pequeño intruso regresó dentro.

Inmediatamente intentó llevarse sus manos a la boca; el asco la hacía ansiar vomitar con tantas ganas como si de un deseo de cumpleaños se tratase. Desde hace mucho esto había dejado de ser solo una pesadilla para ella...

Pero no, aún este infierno no podía terminar. Un par de sucios brazos desde el suelo abrazaron su cintura apretándola contra este. Luego, otros dos con desdén la tumbaron completamente agarrándole los hombros, y así otros más se adherieron a su cuerpo en oleadas que habían terminado por engullirla en aquel líquido que no cesaba de aumentar su volumen.

La ansiedad y la sensación de ahogarse eran estrepitosamente ridículas. Quería gritar, pero no podía; quería cerrar sus párpados de una vez, sin embargo, una fuerza ajena hacía que estos se mantuvieran observando aquel globo ocular que en el horizonte se incendiaba eternamente.

Los últimos instantes... Dentro de esta mundana locura de sucesos, esos fueron los más confusos. Antes de poder despertar de aquella prisión en forma de sueño en la que había entrado, era necesario que viese una última imagen.

Pronto aquel ojo que, vigilante, estuvo observando cada desventurado suceso, tomó una diferente apariencia. Usando como instrumento para esculpirse aquellos entes voladores, se manifestó Él.

Inmenso, tanto que ocupaba todo su campo de visión; para ella, era la encarnación de todas las emociones que había estado viviendo en ese sitio hasta el momento. Su rostro era el poseedor de aquella misma sonrisa que se había ganado más que el desprecio: el miedo de ella.

Lo siguiente que sucedió consiguió que la soñadora lo grabara en su subconsciente como algo bíblico. No importa si fuese real; para ella, sí lo era. Él le habló, justo en aquel idioma que antes no entendía, pero que para ella ahora parecía ser su lengua materna.

Y así... Finalmente fue engullida por el líquido carmín, el cual dio por terminada aquella pesadilla. Una que jamás querría volver a experimentar. La "peor de todas".

"Ah..." El alma había vuelto al cuerpo.

---¿Y-yo... dónde estoy?--- había vuelto a abrir sus párpados, mientras como reflejo se abrazaba a si misma e intentaba aguantar el deseo insondable de vomitar.

Se sentía más desprotegida que nunca aunque esta vez por fin estaba en el mundo que ella conocía. Sin embargo, esto marcaría el inicio de la desdicha del mismo, de la cual, su existencia sería el centro.