Por el mismo titulo muchos podrán ver que esta historia tendrá un inicio algo lento, pero no se preocupen, pronto iniciará lo bueno. Aunque no esperen que dentro de unos cuantos capítulos Bell vuelva a Orario como normalmente suele suceder.
Planeo que en esta historia sea mas que nada una vida de aventurero que viaja por el mundo lidiando con varias circunstancias que pronto verán.
Sin mas que decir, continuemos con la historia.
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Después de que Amy quedara rendida en la cama y se recuperara, decidimos ponernos manos a la obra con nuestras labores domésticas. Pero antes, nos dimos un buen baño para quitarnos el sudor, el olor... y, por qué no decirlo, las huellas de la intensa actividad que habíamos compartido momentos antes.
Justo cuando estábamos cocinando el almuerzo, alguien tocó la puerta. Me limpié las manos con un paño y fui a atender, dejando a Amy cortando los vegetales con esa sonrisa suya que parece nunca tomarse vacaciones. Solo espero que no queme la cocina. A estas alturas, ya debería estar acostumbrado, pero aún me asombra cómo alguien tan adorable puede ser tan temeraria con el fuego. Incluso yo, que literalmente manejo magia ígnea, tengo menos probabilidades de provocar un incendio.
''Buenas tardes joven, disculpe la molestia. ¿Cree que podría regalarme un poco de su tiempo?''
Al abrir, me encontré con una mujer de belleza serena. Su cabello castaño caía en ondas suaves por sus hombros, y su ropa —una especie de toga blanca con bordes celestes—. Elegante sin querer serlo, y aunque su escote dejaba poco a la imaginación, desvié mi atención al aura que exudaba.
Por un segundo temí que fuera una diosa más, de esas que creen que pueden reclutar aventureros como si fueran piezas de ajedrez. Lo que menos quería el día de hoy es que un Dios se acercara para intentar reclutarme.
''No se preocupe'', respondí con cortesía. ''Justo estaba terminando de cocinar con mi novia. ¿En qué puedo ayudarla?''
"Acabo de llegar a la aldea", comenzó con una voz suave, aunque había un leve tinte de incomodidad en su tono. "Hablé con el jefe del pueblo, pero me dijo que no hay ninguna posada disponible. Quisiera saber si conoce a alguien que pudiera alojarme, aunque sea por esta noche. No quiero causar inconvenientes, por supuesto."
''Tenemos una habitación vacía, mientras se quede en este pueblo puede quedarse en mi casa''
''No se como agradecerla por este gesto joven, se lo agradezco mucho'' dijo mientras me daba una amable sonrisa.
Y claro, fue en ese momento cuando una maldita voz retumbó en mi cabeza, con el eco de una memoria que desearía haber dejado enterrada: "¡Si una mujer te debe un favor, cóbraselo en la cama! ¡Y más si tiene pechos grandes! ¡Las milf son lo mejor, Bell! ¡Haremmm!"
La voz de mi abuelo... O más bien, la versión distorsionada que mi subconsciente se niega a olvidar. A veces desearía no comprender del todo a qué se refería. Parece que después de tantos años, todavía soy capaz de recordar sus sabias —o nefastas— enseñanzas. Pero por ahora, haré como que no escuché nada.
"No hay nada que agradecer, señora..." me detuve, esperando que dijera su nombre, pero en lugar de eso, frunció el ceño.
"No deberías expresarte así con una joven. Jum", dijo, cruzando los brazos. Y con ese simple gesto, resaltó... ciertos atributos que decidí no mirar. En cambio, me concentré en el puchero indignado que ahora decoraba su rostro.
''Perdóneme, es que no sabía como dirigirme hacía usted''
"Lo dejaré pasar esta vez, jum. Soy la Diosa de la Justicia, Astrea. Un gusto conocerte, Bell Cranel."
Y allí estaba. Tenía razón con mi sospecha: era una diosa. Pero lo que realmente me inquietó fue otra cosa... ¿Cómo demonios sabía mi nombre?
"Entonces... Diosa Astrea, será un gusto tenerla en mi casa. Solo... no cause problemas", dije mientras abría completamente la puerta, dejándole el paso libre para entrar.
Astrea entró con tranquilidad, como si aquel no fuera un espacio ajeno sino uno al que estaba destinada a llegar. Caminó con pasos serenos por el recibidor, observando los muebles modestos, los pequeños adornos, el aroma a comida casera aún flotando en el aire.
''Amy'', llamé desde la entrada, con voz lo suficientemente clara para que me escuchara desde la cocina, ''tenemos visita.''
''¿Otra vez?'' respondió de inmediato, con un tono entre resignación y curiosidad. ''¡¿Es bonita?!''
La diosa Astrea alzó una ceja al escuchar su parloteo, divertida por nuestra pequeña dinámica.
''Eso parece'', dije simplemente, sin girarme.
Pocos segundos después, Amy asomó la cabeza desde el marco de la cocina. Llevaba el delantal manchado de jugo de tomate y sostenía un cuchillo de cocina como si fuera parte de su atuendo habitual. Al ver a la recién llegada, se detuvo en seco. La observó de arriba abajo con un gesto neutral... y luego sonrió, ladeando la cabeza.
''Wow. No sé por qué ya no me sorprende, aunque... creo que sigue siendo un par de niveles inferior a esa cartera que vino hace un tiempo.''
''¿Auch?'' murmuró la Diosa que estaba a mi espalda.
Personalmente estaba de acuerdo en lo que había dicho, así que no pude decir nada al saber que no podría mentirle a una Diosa.
''Un gusto conocerla, señorita'' dijo Amy mientras le mostraba una linda sonrisa
''Soy la Diosa Astrea'', respondió ella con una suave inclinación de cabeza. ''Bell-kun ha sido muy amable al ofrecerme hospedaje por esta noche. Lamento la intromisión.''
''Así que es una Diosa...'' murmuró para si misma Amy, pensando que no podría oírla. ''Bueno, no importa. Siempre y cuando no cause problemas puede quedarse el tiempo que quiera'' Dijo finalmente para volver a entrar en la cocina
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Luego de eso pasamos un tiempo en un silencio algo incomodo. La verdad es que no tenía ninguna intención de relacionarme mas de lo necesario con algún Dios. Y no era como si tuviera algo en contra de la Diosa Astrea o que sea una Diosa de la Justicia, sino que simplemente no nos gustaba tener la compañía de ningún Dios.
En el pasado ya habían sucedido situaciones parecidas donde teníamos que darle hospedaje a Dioses y personas importantes que pasaban por el pueblo, pero ni a Amy ni a mi nos gustaban las visitas de los Dioses, aunque en general no nos gustaban las visitas, ya que solo nos quitaban nuestro tiempo privado.
Cuando la cena estuvo lista, conversamos un poco. Incluso hasta Amy se unió a la conversación con la Diosa de la Justicia. Por como actuaba, parecía interesada en el pueblo, sus costumbres, la gente. No hablaba como una diosa que veía a los humanos como simples fuentes de entretenimiento, sino como una extranjera educada que no quería llamar demasiado la atención. Y aunque su presencia era imposible de ignorar, por un momento me permití bajar la guardia.
Hasta que tuvo que abrir la boca...
''Entonces, ya que no tienes una [Falna]... ¿no estás interesado en que te ponga la mía y seas miembro de mi familia?''
Con solo escuchar esa frase, el buen humor que había sentido hasta hace un instante desapareció por completo. El ambiente que Amy había creado con tanto esmero se rompió como vidrio bajo los pies.
Levanté la vista y miré a la Diosa Astrea. Sin apartar los ojos de ella, dejé lentamente los cubiertos sobre el plato. Mi expresión se volvió más seria, y mi mirada, más fría.
''Hasta hace un momento me había agradado, Lady Astrea. Así que por esa razón no la voy a echar de mi casa. Pero si vuelve a repetir esa misma oferta, me veré obligado a pedirle amablemente que se retire y busque otro lugar donde quedarse.''
Amy, que había estado sonriendo con normalidad, me miró sorprendida. Sabía por qué ese tema me molestaba tanto. Lo entendía mejor que nadie. Aun así, se notaba que no esperaba esa reacción.
No la culpo. En otras ocasiones, cuando rechacé propuestas similares de otros dioses, lo hice con más calma. Pero que una Diosa de la Justicia viniera a ofrecerme lo mismo que los demás, me molestó de una forma distinta. No importaba qué papel dijeran representar, al final todos eran iguales.
''Tienes razón. Me disculpo. No volveré a mencionarlo.''
Asentí en silencio. Tomé el vaso de agua y di un sorbo pequeño. No tenía sed, pero necesitaba un momento para no mirar a nadie. La comida se había enfriado, y ya no me apetecía terminarla.
''Por cierto... creo que no lo había mencionado, pero ya no me hago llamar Bell Cranel'', dije sin mirarla directamente, apoyando el vaso sobre la mesa con suavidad.
''¿Eh?'' murmuró Astrea, algo confundida, como si no entendiera a qué venía ese comentario.
''Seguramente vino con la intención de reclutarme después de escuchar que había un cazador de cabello blanco llamado Bell Cranel'', añadí, ahora sí mirándola con algo más de claridad. ''Pero desde hace un tiempo dejé atrás ese nombre'', continué, con el mismo tono seco de antes.
''¿Entonces cuál es tu nuevo nombre?'' preguntó, genuinamente interesada.
''Bell Hikari''
Fin del capítulo:
Notas del autor
¡Buenasss!, un gusto volver a verlos tan pronto (Aunque este capítulo ya lo tenía avanzado desde hace un tiempo, pero detalles)
A día de la votación para la siguiente servant todavía está algo debatida, pero está ganando Oda Nobunaga (por un momento pensé que iba a ganar Tonélico, pero juro que algún día Tonélico aparecerá.)
Me gustaría que me dijeran porque razón les gustaría ver a cierto servant en la historia, ciertamente me sorprendió que hasta el momento nadie haya votado por alguna saber-face, pero no me quejo con la elección de Oda o Morgan.
Para el que quiera ver a Artoria, aviso que no aparecerá pronto, no quiero que la pequeña familia que se está formando esté en números rojos.
Otra cosa que quería decir es que la votación seguirá abierta hasta que salga el siguiente capítulo, así que todavía hay opción para votar.
Hablando de un tema aparte, todos piensan que Astrea terminará siendo la Diosa de Bell, ¿verdad?. No puedo evitar reírme de ustedes jeje~
¿Quién piensan que será la Diosa de Bell?, lo único que tengo que decir es que no se puede votar por la selección de la tercera servant, pero si se podrá votar por la cuarta.
Me gustaría que me dieran recomendaciones de que servants les gustaría ver, ya que personalmente me gusta bastante charlar con mis lectores :)
Sin mas que decir, Ryasamori se despide.