Capitulo 12 - Un arma

—Punto de vista de Kael Drakewill—

Mi cumpleaños número cuatro es en dos días.

El tiempo pasó volando mientras estudiaba y entrenaba. Aunque no me quejo.

Ahora leer y escribir es pan comido para mí. Es increíble la cantidad de cosas e información que me había perdido por no ser capaz de leer los escritos. Había tantas cosas a mi alrededor mientras yo iba de un lado a otro.

Hoy se siente fresco y calmado.

Ahora mismo me encuentro con papá en la central.

Estos días, por alguna razón, han estado bastante agitados.

Por lo que llegué a escuchar, se avecina un evento en el cual, al parecer, vendrán a visitar el pueblo personas importantes.

La información es escasa, y ni siquiera las personas que organizan todo esto tienen alguna idea de quiénes van a venir.

¿Por qué estas personas se envuelven en un manto de misterio?

Bueno, no es que pueda hacer algo de todas formas. Solo queda esperar. No creo que sea algo malo. ¿O si?

Según los organizadores, será dentro de dos semanas.

—Kael, dime, ¿te gusta alguna de estas?

—Mmm... No mucho, parecen pesadas y un poco viejas.

—Cierto, no creo que tengas aún la fuerza para sujetar alguna de estas, jajaja. Y si se rompen fácilmente pues... Ya sabes.

Esta visita a la central se debe a que papá destruyó sus armas y un par de artefactos en su último trabajo. Por supuesto, mamá lo reprendió. Según ella, estas cosas no eran baratas, pero al parecer a papá no le importa.

Creo que hace suficiente dinero como para poder permitirse comprar todas estas cosas.

De hecho, quiere comprarme un arma a mí, un niño de casi cuatro años... ¿no es eso una locura?

Aun así, estoy interesado en ellas. En un futuro, planeo trabajar como mi padre. Aunque aún no sé exactamente que hace.

Ya llevamos un buen rato viendo algunas tiendas y puestos ambulantes, pero no he encontrado algo que sea de mi agrado.

Papá usa un par de guanteletes. A simple vista parecen un arma tosca y aburrida, pero eso es porque no los han visto cuando papá activa su lazo.

Los guanteletes abarcan desde la punta de los dedos hasta la región del antebrazo. Las manos, al parecer, están recubiertas por capas de distintos metales y otros materiales resistentes al calor, esto por el lazo de papá.

En la parte del antebrazo se encuentra cubierta de anillos. Al parecer, el artífice que los creó es alguien bastante bueno en lo que hace. Estos, además de resistir las altas temperaturas, son capaces de desmontarse del guantelete, permitiendo manejar los anillos a voluntad.

Cada persona tendrá alguna idea distinta sobre cómo usar este tipo de invento. Papá, por su parte, enciende los anillos en el fuego que produce su lazo y simplemente los usa como proyectiles. Algo que no esperaba era ver los anillos regresar a él, como una especie de bumerán.

Esa es una forma ingeniosa de aprovechar dichos anillos, incluso si fue a papá a quien se le ocurrió.

En mi vida pasada practiqué Kendo. Un arte marcial que usa espadas de madera, bambú o algo así.

Según el instructor, Kendo significaba:

"Camino del sable"

En él llegué hasta el grado Nidan, creo que sería como el cinturón negro de segundo grado, más o menos, del karate.

Ahora que lo pienso, a pesar de ser alguien perezoso, le dediqué sus años a la práctica del Kendo. Esa tal vez fue una de las etapas que más disfruté en mi vida pasada.

Y es por eso que espero que el arma que usaré sea una espada, quizá una katana o algo parecido. Como en esa serie donde cazaban demonios, jeje.

Pero desafortunadamente, no he visto alguna o algo que siquiera se le parezca. ¿Qué acaso todos los portadores portan armas del doble de su tamaño? Su fuerza física debe ser brutal.

Están locos, de verdad.

Solo seguiré mirando. Tal vez hay algún lugar en el que no he visto bien aún.

—Entonces, Kael, ¿ves algo que te guste de aquí?

—La verdad no...

—Bueno, sigamos.

¿¡Por qué no encuentro nada!? ¿Es que acaso no existen las armas de tamaño normal en este mundo?

No, no debo perder la esperanza. Aguantaré un poco más.

Esta parte del piso no me gusta mucho, huele demasiado a metal y carbón quemado por las muchas forjas que hay. Creo que me estoy mareando poco a poco.

—Bueno, esta es la última tienda. Aquí tienen armas un poco más diferentes. Siempre me resultaron extrañas, aunque son bastante famosos por aquí. Gustos de la gente ya sabes.

Bien, parece ser el final. El último strike.

Al entrar a la tienda, a diferencia de las otras y del exterior, no tenía un olor extraño u horrible.

—Huele bastante bien.

—Claro, el dueño de aquí usa una mezcla de ingredientes secretos,que no me ha querido compartir, por cierto, para esparcir este olor en toda la tienda.

—Ya veo.

Viéndolo ahora, este lugar es enorme, y está bastante bien organizado. Tiene repisas, mostradores y otras cosas divididas por secciones.

Veamos...

—"Arcos, Lanzas".

—"Escudos"...

—¡Espadas!

—Así que eso quieres ver, ¿eh?

Solo asentí.

¡Por fin! Tal vez sea el momento en el que encuentre algo que de verdad me guste.

—Tienen espadas de dos y una mano, cortas y largas. Hmm, hay bastantes opciones. Dime, ¿te interesa alguna?

—Déjame ver...

Hay espadas de cualquier tipo aquí... sables, claymore, espadines. Hay tantas cosas, pero nada que... ¡oh!

¡Espera! ¡Ahí veo algo!

—"Espadas de un solo filo"

—Parece que ya puedes leer de forma óptima.

—Jeje, gracias.

Aquí deben de estar. Según recuerdo, las katanas y sus variantes tenían un solo lado afilado.

—Veamos... No... no... esto tampoco.

¡Aquí está!

—¿Oh? ¿Encontraste algo?

—¡Sí, mira!

—Vaya, una espada larga. Además, parece ligera. Déjame verla.

Le entregué la espada a papá, a duras penas, ya que la espada era pesada. Que yo recuerde, no deberían serlo... no tanto.

—Mmm... Es buena y tiene un buen balance. Además, es bastante afilada. He visto a unas cuantas personas con este tipo de armas. Entonces, ¿esto es lo que quieres?

—¡Sí! ¿Puedes comprarla? ¡Por favor!...

—Bien, bien. No tienes que suplicar, ¿sabes? Es tu regalo de cumpleaños. Adelantado. Jaja

—¡Sí, está bien! ¡Gracias, papá!

—No hay de qué, pequeño.

Pasamos con el hombre que estaba en el mostrador principal para pagar.

—Buenas tardes, viejo Raz. Sería esto, por favor.

—Oh, Albert, qué gusto verte de nuevo.

—El gusto es mío. Tenía un buen rato de no venir aquí.

—Entonces, ¿ahora te harás un espadachín, eh?

—Jaja, claro que no. Es para mi hijo.

—¿En serio le darás esta espada a tu hijo?

—¡Sí! ¿Hay algún problema?

—¿No crees que aún es muy pequeño? Apenas podrá blandirla, ¿sabes?

—No hay problema. Mi pequeño podrá con ello. ¿No es así, campeón?

—¡Claro!

—Qué niño tan energético. Pero está bien. Serán 500 monedas.

De hecho, aún no conozco bien la moneda que se usa en este mundo, solo he visto que son pedazos de metal de diferentes formas.

Círculos, triangulos, etc. Quizá cada uno tenga un valor diferente, pero no tengo idea de cuál sea. Lo sabré cuando tenga dinero para mí.

—Muy bien, aquí está. Muchas gracias, Raz. ¡Nos vemos luego!

El hombre llamado Raz nos entregó la espada con su vaina.

—¡Vuelve pronto!

—¡Adiós!

—¡Hasta luego, niño!

Al final, pude conseguir algo bueno. No puedo esperar al momento de usarla.

—Vámonos a casa. Mamá nos está esperando para comer.

Asentí, y nos pusimos en camino de regreso.