"¿Y mi papá? ¿Va a venir a casa con nosotros?", preguntó Zephaniah, haciendo un puchero. En realidad, daba lástima la expresión de su carita.
Vivianna miró con resentimiento al apuesto y autoritario hombre que tenía enfrente, pero no quería parecer una persona complicada delante de su hijo. Entonces frunció los labios, sonrió y trató de persuadir al pequeño diciendo: "Él está muy ocupado porque tiene que dirigir una empresa importante, y no tiene tiempo para venir a nuestra casa".
"Mami, no te preocupes, ya conversé con él. Mi papá es el hombre más rico del mundo y puede lograr todo lo que quiera. Ya nadie se atreverá a acosarte otra vez", le aseguró el niño con una amplia sonrisa.
Viviana se quedó sin palabras.
"Hijo, ¿puedes dejarnos solos un minuto e ir a jugar con la señorita Yallop? Papá quiere hablar con tu mami", le pidió Augustine con dulzura. En realidad, quería que el pequeño saliera un momento.