Una vez que Margaret regresó al pasillo del dormitorio, sus lágrimas volvieron a caer. En su bolso guardaba la medicina de ojos que Vivianna previamente le había comprado; pero, ella bien sabía que no lo necesitaba. Estaba llorando porque hacía frío por la noche.
Y es que, realmente no podía entender por qué él le haría esto sin ninguna razón.
¿Le habría colocado accidentalmente en la lista negra? ¿O fue a propósito?.
Así pues, en vez de dirigirse a su recamara que le fue asignada, se encaminó a donde vivían otras dos internas. Eran todas chicas jóvenes, y hermosas... que acababan de conocerse al punto de haberse peleado entre sí.
"Margaret, has vuelto. Ven y come algunas uvas", sugirió una de ellas.
"Gracias", replicó Margaret; dejando la bolsa y sentándose junto a ambas.
"¿Qué le pasa a tus ojos?".
"Se les metió arena", respondió.
"Es otoño ahora, y hace viento. Creo que hay que prestar especial atención. Hace dos días me ardían los míos".