Entonces, Vivianna pensó que Augustine no volvería a casa de su tía; sin embargo, que equivocada estaba. Apenas faltaba media hora para que terminase la cena, cuando el lujoso coche del mismo se detuvo ante las puertas. Y Zeph no pudo estar más que emocionado... En efecto, aguardaba con ansias la llegada de su padre.
"Mami, papá está aquí", manifestó el pequeño pegando su rostro a la ventana; para luego salir corriendo y saludarle.
Por otro lado, la mirada de la fémina se dirigió a la entrada del patio al otro lado de los ventanales. Bajo la tenue luz amarilla, Augustine estaba allí de pie, ataviado con una cazadora casual de color caqui, luciendo fresco y encantador.
Y de repente, el niño resbaló. No obstante, el caballero se adelantó, e inmediatamente levantó el cuerpecito; le sostuvo en brazos y le estrechó con firmeza.