Esta vez, Vivianna jadeó levemente, y él aprovechó la oportunidad para entrelazar sus lenguas con más fuerza. Le rodeó el cuello con un brazo y la abrazó con fuerza. El beso se hacía cada vez más intenso.
Aunque Vivianna no lo rechazó, tampoco le facilitó las cosas. De hecho, estaba nerviosa y atemorizada. Nunca pensó que alguna vez se enredaría con un hombre.
Augustine deslizó su otro brazo por su cintura, continuando sus avances.
Ella se mostraba dócil e inexperta. Su completo dominio sobre ella hacía que él se sintiera como un rey. El calor de su cuerpo aumentó y su garganta estaba seca, lo que le hizo jadear pesadamente.
Sus suaves cuerpos estaban muy juntos.
Cada fibra del cuerpo de Augustine se tensó, lo que ejerció un efecto sobre su herida, haciendo que la sangre fluyera de esta con mayor rapidez. Parecía que el flujo de sangre corría incesantemente a través de todos sus vasos sanguíneos.