Sus palabras hicieron que Vivianna respirara profundamente mientras lo miraba fijamente. "¿Qué dices?"
Augustine suspiró y repuso: "No se me ocurre otra forma de reaccionar ante la obstinación de mi abuelo".
"Pero, en ese caso, ¿no estarías traicionando el amor filial?", repuso Vivianna, analizando el problema desde la perspectiva de Augustine.
Este se mordió el labio y reflexionó. De repente, la miró con ojos brillantes de entusiasmo y le dijo: "¿Por qué no tenemos otro hijo? ¡Mi abuelo no se atrevería a tratar de alejar a la madre de sus dos bisnietos!"
El hermoso rostro de Vivianna se calentó y repuso, enojada: "Pero no puedo dar a luz más hijos".
Augustine sonrió, pero, en el fondo de su corazón, no le parecía una mala idea que Vivianna tuviera más hijos. Esperaría a que ella se tranquilizara y sostendrían una buena conversación al respecto.
Vivianna miró su herida y le preguntó: "¿Te duele?"
"Sí", admitió, con la esperanza de que ella se compadeciera de él.