Entonces, Augustine estiró los brazos hasta su cintura y la abrazó. Estaban tan cerca el uno del otro... Su respiración pues se tornó ligeramente agitada, lo que hizo que la atmósfera pareciese particularmente cálida.
Pero, Vivianna se arrepintió de repente. ¿Por qué habría elegido ver una película? ¿No era mejor materializar alguna otra cosa?
Aún se hallaban en el momento de la publicidad, cuando la alta nariz de Augustine entró en conflicto con su cabello. Y es que, era como si estuviese oliendo su fragancia y Vivianna, en su pudor, no supo qué hacer. Este hombre siempre había sido un experto en la calidez, lo que le hacía sentirse especialmente orgullosa de su persona.
Y aunque la luz era muy tardía en esos instantes, los ojos de aquel hombre estaban excepcionalmente brillantes. Por lo que, la dama no se atrevió a mirarle.