En el coche Margaret guardó silencio durante largo rato. Fletcher se volvió para mirarla en varias ocasiones, y finalmente preguntó con suavidad: "¿Qué sucede?"
Margaret se volvió para mirarlo, infló las mejillas y dijo: "De hecho, no tienes que pedirles a los demás que me ayuden con mi trabajo. Estoy dispuesta a aceptar esa misión".
En realidad estaba angustiada. Sabía que, pese a que él era alguien muy poderoso, no tomaba las decisiones definitivas en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Por lo tanto, ella no quería que él intercediera en su favor.
Fletcher rio entre dientes y dijo con serenidad: "Me limité a hablar con algunas personas a las que conozco".
"¿De veras?", repuso Margaret, parpadeando.
"¿Te preocupa lo que me pueda suceder?" Fletcher era muy consciente de los pensamientos de ella en ese momento.
Margaret apartó el rostro con timidez. Sin embargo, él asintió. "¡Sí!"