La cálida manta estaba impregnada del aura masculina. Ella sentía que su cerebro flotaba, tal vez debido a que había tomado algún cóctel en la fiesta. Su rostro presionaba con firmeza el duro pecho de aquel hombre y podía escuchar su respiración agitada sobre su cabeza.
"¿Todavía tienes frío?", preguntó Fletcher con voz profunda y ronca.
"¡No!", respondió Margaret tímidamente. De hecho, le parecía estar sosteniendo un horno de alta temperatura. La temperatura corporal de aquel hombre era increíblemente alta.
Margaret levantó la cabeza de sus brazos y extendió su pequeña mano debajo de la colcha para tocarle la frente. "¿Tienes calor?", le preguntó.
Fletcher, a su vez, extendió su mano, tomó suavemente su pequeña mano y la volvió a poner en la colcha. "No", respondió.
"Pero tu cuerpo está tan caliente", susurró Margaret, quien sintió que le sudaba la frente.
"Eso se debe a que te estoy abrazando", suspiró el hombre.