Mientras Margaret seguía en pánico, de repente percibió cómo la luz se apagó tras un fuerte sonido. El sótano se tornó totalmente oscuro, impidiéndole incluso ver sus propios dedos. Se estremeció e intentó ubicarse a tientas con sus manos.
Escuchó los caóticos pasos afuera, así como gritos y lisuras.
Si eso seguía así, se volvería loca. ¿Por qué había ocurrido el apagón? ¿Estar a oscuras no sería contraproducente para ella?
En ese momento, escuchó que alguien se acercaba. "¿Quién anda ahí?", preguntó con sorpresa.
La persona fuera intentaba abrir la puerta con la llave. Sin embargo, estaba tan oscuro que apenas y podía encontrar el ojo de la cerradura para introducirla.
Pudo percibir en la atmósfera aquel pestilente olor masculino que le pertenecía a aquel sujeto. El corazón de la joven se estremeció. Sabía que era ese bast*rdo.