Para Farid, su agenda era todo un desafío. De hecho, pensaba que de no poseer una fuerza absolutamente extraordinaria como la que poseía en estos momentos, le sería difícil de sobrevivir cada día. Por ello, siempre iba al gimnasio por las noches; siendo sus pasatiempos favoritos el boxeo y el taekwondo.
Aquella jornada había estado llena de actividades sociales al aire libre. Por lo que, pasadas las seis, había decidido utilizarlo como su espacio privado. Así pues, sus guardaespaldas y asistentes entendía que no podían molestarle a menos que hubiese algo importante.
Conduciendo un automóvil privado de lujo negro desde el gimnasio del centro de la ciudad, frenó; entretanto esperaba que el semáforo cambiase. Vio pasar frente a él a muchas figuras jóvenes y enérgicas, lo que inmediatamente le recordó a la chica de anoche.