A las 8:30 de la noche, Vivianna pensó que debía volver por su hijo y Augustine fue con ella.
En el balcón, Xenophilius seguía mostrando su encanto. Parecía que, poco a poco, Amy tenía una buena impresión de él. Al final, le dio su número de teléfono y hasta prometió que lo dejaría que la enviara de regreso a su hotel en el auto.
Alrededor de las diez de la noche, el auto de Xenophilius se detuvo frente a la puerta del hotel de siete estrellas. Cuando la esbelta y grácil figura de Amy salió de ahí, Xenophilius abrió la puerta del auto para ella. Esperó a que subiera y se fuera. La había atendido bien.
Tan pronto como Amy se fue, Xenophilius exhaló un suspiro de alivio. Podía percibir los buenos sentimientos que la joven tenía hacia él. Eso significaba que, si seguía persistiendo, al final podría casarse con ella.