Vivianna mordisqueó sus labios, mirando el pálido y delgado rostro de la tía Mei. Deseaba que pudiera vivir unos años más. De esta manera, tendría la oportunidad de pasar más tiempo con ella en el futuro. ¿Por qué Dios se llevaba a sus seres queridos uno por uno?
La tía Mei miró a Augustine, quien se encontraba al lado de la joven. "Presidente Giltstone, sé que amas a Vivianna, así que espero que la ames por el resto de tu vida y no permitas que nada ni nadie la lastime", le dijo.
"No te preocupes. Eso es lo que haré. La protegeré por el resto de mi vida y la amaré siempre".
La anciana sonrió y asintió. "Después de oír esto, puedo irme en paz".
En ese momento, entraron el hijo y la nuera de la tía Mei. Ambos lucían demacrados. Parecía que la habían pasado muy mal durante ese tiempo.
La separación entre familiares era lo más triste del mundo.