Temprano por la mañana.
Y en un apartamento de dos dormitorios y una sala de estar, Luciana revisaba su billetera. Aunque su abuelo le había dejado decenas de miles de yuanes tras su muerte, ella no había tomado ninguna medida con respecto a ello. Es más, había estado trabajando para ganar su propio dinero y así lograr mantenerse. En definitiva, era una niña cuyos padres habían fallecido prematuramente, siendo el mayor quien se había hecho cargo de su persona. Fuerte pero decidida, nunca sufrió mucho; aún cuando el anciano le acompañaba.
Desde los dieciséis años, trabajó a tiempo parcial durante las vacaciones de invierno y verano. De hecho, cuando estaba en la universidad, pudo obtener una beca por sus excelentes calificaciones, no resultándole fácil encontrar un puesto en un hotel de siete estrellas. Especialista en informática, jamás se esperó conseguirse con tal bastardo de tan mala manera en estos momentos, y apenas comenzando.