"No te pongas triste. Te llevaré a verlo", intentó consolarla él. No le mencionó a las personas del grupo Lambert, pues prefería que no volviera a recordar esos malos eventos.
Cuando el auto llegó a la mansión, eran cerca de las tres de la tarde. Cuando las personas que esperaban en el salón vieron llegar los tres autos, se emocionaron. Lydia esperaba con su nieta Luna en sus brazos mientras que el pequeño Zeph esperaba a su madre de la mano de su tía.
El convoy se detuvo. Augustine bajó del auto y fue hacia el lado de Vivianna para abrirle la puerta y tomar su mano para que saliera.
Cuando la joven se acercó al salón, todos suspiraron con alivio.
"¡Mami!", gritó una voz infantil. La joven buscó con la mirada y se encontró con una pequeña figura. Sus ojos se humedecieron. Soltó la mano de su prometido y caminó hacia delante para abrazar al pequeño con fuerza entre sus brazos.
"Mami... te extrañé mucho..." sollozó Zeph. El niño rara vez lloraba, pero esta vez se puso a llorar.