Después de que los hombres de Augustine terminaran de abordar el avión privado, este voló sin detenerse ni por un segundo. Eligió la pista más larga y voló por los cielos.
Sentada en el lujoso sofá, Vivianna vio el azul cielo fuera de la ventana. Aún estaba en estado de shock. Apenas media hora antes, había pensado que su vida consistiría en ser la esposa de Henry, además de convertirse en la condesa de esa isla.
No obstante, media hora más tarde, su vida parecía haber dado un giro de ciento ochenta grados. Además, estaba relacionada con ese apuesto hombre frente a ella.
¿De verdad era su hombre?
Augustine juntó las manos y apoyó sus codos en las rodillas. Apegó su sensual y encantador mentón sobre sus manos y miró hacia la mujer frente a él con ojos codiciosos, lo cual se debía a que no la había visto en un largo tiempo.