"¡Si sigues estrictamente el tratamiento estarás bien, Yulia!", hizo notar Flora, tratando de tranquilizarla, al tiempo que la abrazaba con fuerza. "Sé que tú y el señor presidente están a punto de casarse. Si le informas de tu problema de salud, seguramente él mostrará un gran interés en tu tratamiento. No te alteres; te aseguro que te recuperarás. Por cierto, ¡no he tenido la oportunidad de felicitarte!"
Yulia se dio vuelta y abrazó a su querida amiga. Incapaz de ocultar su desesperación, rompió a llorar.
Después de verter amargas lágrimas por unos momentos, ella tenía la sensación de que su corazón se había marchitado. Sin embargo, todavía no había perdido las ganas de vivir. Ella se había practicado una serie de exámenes prescritos por Flora. Aunque aquella doctora no había dejado de consolar a Yulia, esta conocía la forma en que cursaba la leucemia, por lo que experimentaba una profunda angustia.