"Sr., está herido", dijo Hugo, alarmado. Conteniendo la respiración, le dijo al guardaespaldas que estaba frente a él: "Dirígete al Hospital Real".
A pesar de la tensión reinante, la expresión que se pintaba en el rostro de Farid era tan serena como de costumbre. "Estoy bien."
"¿Cómo se lastimó?"
"Hace un momento un sujeto, que fingía ser uno de mis guardaespaldas, se acercó a mí, y me disparó varias veces a través de la ventanilla del automóvil. Todas las balas impactaron mi pecho", explicó Farid con serenidad. Luego, le dijo a Hugo: "Tú quédate y ocúpate de este asunto. Yo iré al hospital solo".
"Sr. Xi".
"Date prisa, tienes que encargarte de este lugar", indicó Farid, jadeante.
"¡Está bien!", repuso Hugo, quien, a continuación, le dijo al jefe de los guardaespaldas, quien conducía el automóvil: "Lleva al señor presidente al hospital. Y no vaciles en matar a cualquiera que se atreva a acercarse a él".
"No se preocupe, asistente Hugo", repuso.