"¿Dejarlos ir? Entonces, ¿quién cobrará la deuda de mis muertos?", preguntó Brock con una mueca sombría.
Así pues, Ángeles entrecerró los ojos y decidió soltarle de otra manera. "¿Estás seguro de que son mis padres biológicos? ¿No habrás cometido algún error? ¿Crees que puedes atrapar cualquier pareja y decir que son mis progenitores?".
El hombre sonrió con orgullo. "¿Cómo podría cometer tal error? Sí sabía muy bien quienes eran cuando te arrebaté de ellos; todo es cuestión de genética. Siempre estoy al tanto de los orígenes de mis asesinos".
Ciertamente, la fémina jamás se esperó lograr engañarle. En ello, contempló al matrimonio; que era abofeteado una y otra vez con fuerza por aquellos hombres. En consecuencia, su corazón se apretó instantáneamente. Gritó en voz baja: "¡Para! Dile a tus subordinados que se detengan. No les golpees".
"¡Sara, mi querida hija, ven a verme! Te extraño mucho", manifestó el mayor cuan loco desquiciado.