EL SELLO DEL DIOS CIEGO

El sello no era una marca, sino una herida viva. Un ojo-libro tallado en éter negro que palpitaba al ritmo de los gritos de las Sombras Cantantes. Kael se llevó las manos al cuello, horrorizado:

—¡No puede ser! ¡Yo controlo los rituales, no ellos a mí!—

Rovan reaccionó primero. Su daga de hueso silbó al desenvainarse, apuntando al sello:

—¿Controlas esto, erudito? —su voz era un filo de hielo—. Es un cordón umbilical cósmico. Yaldhenoch te está usando como batería.

Elara sintió el dolor del sello antes de verlo: un zumbido agudo que perforaba sus huesos. En su mente, los susurros se volvieron claros:

"¡Kael ben Ezra! ¡Portador del Nombre Maldito! ¡Ofrécenos su sangre y te perdonaremos!"

Las Sombras Cantantes golpeaban los muros. Los glifos silenciadores crujían como huevos rotos.—¿Qué pactaste? —gritó Elara, sacudiendo a Kael—. ¡Dilo antes que esa cosa nos devore!Kael abrió el grimorio. En sus páginas, la sangre fresca había dibujado un contrato en enoquiano:

"Yo, Kael ben Ezra, ofrezco mi voz, mi memoria y mi libre albedrío a Yaldhenoch... a cambio del poder para salvar Cair Vorn."

Firma: Un sello idéntico al de su cuello.—¡Mentira! —gritó Kael, arrancando la página—. ¡Yo solo quería...!Un crujido monstruoso sacudió la torre. Del techo llovieron astillas de hueso. Las paredes respiraron.

—Salgan. Sí. —ordenó Rovan.

Corrieron hacia la única salida: una escalera espiral que descendía a la oscuridad. Tras ellos, los muros se convirtieron en costillas, el suelo en una lengua petrificada. La torre no era un refugio... ¡Era la boca de un gigante enterrado!—¡El pantano es su estómago! —gritó Elara, sintiendo el lodo cantar bajo sus pies con nuevo horror—. ¡Todo aquí está vivo!Rovan los empujó hacia un islote de rocas negras. Las Sombras Cantantes los seguían, pero ahora evitaban el agua.El lodo las disuelve —explicó Rovan—. Por eso necesitaban la torre.Kael cayó de rodillas, el sello en su cuello brillando como un faro. Del grimorio arrancado salió un hilo de sangre que se extendió hacia el pantano.

—¡Lo está llamando! —advirtió Elara.

El lodo burbujeó. Manos esqueléticas emergieron, tejidas de raíces y huesos de pájaros. Las Manos de Lodo.¡No toquen sus dedos! —rugió Rovan—. ¡Roban años de vida!

Combate caótico:

Rovan cortaba dedos que rejuvenecían al tocarlos (su mano izquierda ahora era de adolescente).Elara golpeaba con piedras mientras oía los susurros de las manos: "¡Danos tu juventud! ¡Danos tus sueños!"Kael forcejeaba contra el grimorio, que intentaba arrastrarlo al pantano.Una mano atrapó el tobillo de Elara. Frío y vértigo la invadieron. Vio arrugas extendiéndose por su piel.

—¡Suéltala! —gritó Rovan, clavando su daga en la mano.

El monstruo aulló. El vacío de la daga absorbió sus años acumulados, reduciéndola a polvo. Pero el precio fue claro: el cabello de Rovan encaneció instantáneamente.Kael luchaba contra el libro, sangrando por la nariz:

—¡No soy tu esclavo! ¡Yo te invoqué!

El grimorio se abrió en una página nueva. La sangre escribió:

"ERROR. EL INVOCADO FUE YALDHENOCH. TÚ ERES EL SACRIFICIO".

En ese instante, el sello del cuello de Kael se desgarró. Un rayo de luz negra lo levantó del suelo. Sus ojos se volvieron páginas en blanco.Una voz que no era la suya salió de sus labios:

"EL ESCRIBANO ESTÁ INCOMPLETO. NECESITO MÁS... PALABRAS."

Las Sombras Cantantes se arrodillaron. Las Manos de Lodo se inmovilizaron. Hasta el pantano dejó de cantar.Rovan empujó a Elara detrás de una roca:

—Es Yaldhenoch. Poseyéndolo. Si el sello se expande...

Pero Elara ya estaba actuando. Concentró todos sus susurros en un solo grito mental hacia Kael:

"¡KAEL! ¡RECUERDA! ¡EL DIBUJO DE LA TORRE!

Por un segundo, los ojos-página de Kael tuvieron pupila.*—El... dibujo... —balbuceó su voz real—. Lo guardé para... recordar que los sueños... necesitan cimientos...El sello retrocedió. Kael cayó inconsciente.La luz negra se apagó.El pantano rugió.

Las Sombras Cantantes alzaron sus flautas-torso. Las Manos de Lodo emergieron por centenares. Y en el horizonte, la niebla púrpura se abrió para revelar una estructura que heló la sangre de Elara: una torre idéntica al dibujo infantil de Kael... pero hecha de huesos humanos vivos.

Rovan la agarró del brazo, su voz grave con nueva urgencia: "Esa torre no es un refugio. Es la celda de Yaldhenoch... y acaba de abrirse".