Cap.14-El Trono Roto (FIN DE TEMP.)

“El mundo fue sellado con promesas divinas. Ahora que una se ha roto… todas caerán.”

—Profecía fragmentada del Oráculo de Livenor

(El llamado del Rey)

Pasaron tres días desde la batalla en el páramo. El reino entero se encontraba aún conmocionado por lo ocurrido. El nombre de Ren circulaba entre nobles, soldados y plebeyos como una sombra y una esperanza.

El Rey Tharon de Velmira envió un mensaje urgente: Ren y las cuatro portadoras debían comparecer en el trono real.

El recibimiento fue solemne. Soldados alineados, banderas ondeando, los estandartes de las casas antiguas alzados. Ren caminaba al frente, su rostro más sereno, pero sus ojos… aún eran los de alguien que había mirado el abismo.

—Has salvado este reino —dijo el rey desde su trono de piedra solar—. Por tu poder, por tu decisión… y por el sacrificio de quienes te acompañan. A partir de hoy, no eres sólo un estudiante. Eres un protector de Velmira.

La multitud reunida estalló en aplausos. Las portadoras lo miraron con orgullo. Kaien le dio un codazo amistoso; Elyra tomó su mano sin decir nada. Aria lo miró en silencio… y Silne sonrió por primera vez con calidez.

Pero Ren apenas podía disfrutarlo.

Desde que despertó, la visión seguía viva en su mente. El trono celestial. La diosa. El rey demonio. Él… siendo el fruto de ambos.

Algo más venía.

Y lo sentía en cada fibra de su cuerpo.

(El juicio de los cielos)

Esa noche, mientras el castillo celebraba, una grieta invisible rasgó el cielo.

En el plano superior, el Consejo Celestial se reunió en silencio. Una asamblea de dioses que no reían, ni lloraban, sólo dictaban.

—La aberración ha cruzado el umbral.

—Ya no pertenece ni al cielo ni al infierno.

—Es el resultado de una unión prohibida.

—Debemos restaurar el equilibrio.

—O destruirlo todo.

Una sola voz se alzó entre ellos, grave y sin emoción:

—El sello será roto.

Y así lo fue.

(La grieta)

Mientras Ren dormía en una habitación real, una explosión sacudió la tierra. El suelo tembló, el cielo se tornó rojo.

En las afueras de la capital, el suelo se abrió como una herida viva. De ella emergieron columnas de fuego y humo… y una figura se alzó en medio del caos.

Un ser encapuchado, con cuernos curvos y alas deformadas, flotaba sobre la grieta. Su cuerpo era alto, delgado, envuelto en una capa negra que parecía hecha de ceniza viva.

—¿Lo sienten? —habló, con una voz que cruzaba dimensiones—. El equilibrio se ha roto. El fragmento… ha despertado.

Detrás de él, una legión comenzó a surgir: demonios de formas retorcidas, bestias oscuras, y heraldos del fin.

En ese instante, Ren se despertó bruscamente.

—Vienen por mí…

(El comienzo del fin)

Las alarmas sonaron en toda la capital. La academia fue activada como fortaleza mágica. Los cielos ardían.

Ren salió al balcón, con las portadoras detrás. Miraron al horizonte… donde el fuego se alzaba como un trono nuevo, negro y sin nombre.

—¿Qué es eso? —preguntó Aria.

Ren cerró los ojos.

—Es… el comienzo.

Un rayo negro cruzó el firmamento. El grito de un demonio resonó como un canto.

Y una nueva era comenzó.