Capítulo 82 Continuar Donde Lo Dejamos

Un mes después, encontré a Isobel caminando sola hacia su coche.

La esperé junto al maletero, le metí un saco en la cabeza, la arrastré detrás de las gradas y le quité a golpes toda su arrogancia.

Nunca me vio.

Nadie lo hizo.

Luego lo volví a hacer.

Y otra vez.

Cada semana, como un reloj.

Cada vez que aparecía en la escuela con un moretón o cojeando, me aseguraba de tener una coartada perfecta.

Isobel se quebró rápido.

No pudo soportarlo sin su pequeño séquito revoloteando a su alrededor.

Para la quinta semana de ser atacada de la nada, dejó de aparecer por completo.

Sus padres la sacaron y la enviaron a un internado en el extranjero.

Con ella fuera, los acosadores retrocedieron.

Supongo que pensaron que yo podría ponerles una bolsa en la cabeza a ellos también.

Pero yo tampoco salí ilesa.

Tenía dieciséis años.

Apenas había besado a un chico, y mucho menos había luchado contra algún borracho espeluznante en un edificio abandonado.