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Ni siquiera la miré.
Simplemente seguí metiéndome en la boca pollo picante con arroz.
Serenna se dejó caer en el asiento frente al mío y tiró sus bolsas de compras al suelo.
Resopló. —¿No vas a hablar? La última vez que nos vimos, me abofeteaste y me arrancaste un mechón de pelo. Todavía no ha vuelto a crecer, por cierto. Tienes mucho descaro por no presentarte a disculparte. Ahora me ignoras como si no existiera. ¿Has oído hablar de los modales básicos?
—¿Modales? Tú eres la que se sentó sin invitación, actualmente está rociando saliva por todo mi pollo a la jamaicana, y ocupando un asiento que un cliente que realmente paga podría querer. Así que a menos que estés planeando pedir algo, comerlo y callarte, te sugiero que encuentres la salida más cercana y te largues de aquí.
Su boca se abrió y luego se cerró.
Se atragantó con su propia réplica por un segundo, probablemente tratando de decidir si debía gritar o hacer pucheros.