—¿Arrestada? —el jugo en mi boca de repente sabía más dulce—. ¿Por qué?
—Agresión agravada.
—¿Contra?
—Tú.
Me toqué la nariz.
—Pero no fui agredida.
—Te empujó a una piscina.
—Cierto —admití—. Pero ahora estoy bien. Sin "lesiones corporales graves".
—No por falta de intento de su parte —dijo Ashton, con voz monótona.
—Apuesto a que su familia ya pagó la fianza. —Los Brookes tenían más que suficiente dinero para eso.
—Esta vez no.
—¿Por qué no? No me malinterpretes, estoy encantada de que finalmente la hayan arrestado, pero es solo mi palabra contra la suya.
—Hay evidencia. Alguien lo filmó.
Me animé.
—¿En serio? ¿Quién? Necesito enviarle flores.
Sus labios se curvaron.
—Ya me encargué de eso.
—Gracias. —tomé otro largo sorbo de jugo, saboreándolo—. Solía meterse conmigo en la escuela. Apenas regreso al pueblo y ya está haciendo las mismas tonterías. Esta vez no lo dejaré pasar.
Ashton preguntó: