CAPÍTULO 12

En ese momento, el rostro de Emily se contorsionó con incredulidad.

—No te atreverías... —comenzó, con la voz temblando de furia.

Pero antes de que pudiera terminar, los hombres de seguridad se movieron.

Dos la agarraron de los brazos, firmes pero profesionales, mientras otro señalaba hacia la salida. Los demás la rodearon para bloquear la vista de la multitud, aunque su silencio solo hizo que el momento fuera más intenso.

—¡Quítenme las manos de encima! —chilló Emily, pateando y retorciéndose sobre sus tacones—. ¡¿Saben quién soy?! ¡Haré que les quiten sus trabajos, los arruinaré a todos!

Los invitados jadearon mientras la escena se desarrollaba. Algunos sacaron sus teléfonos, mientras otros susurraban frenéticamente detrás de manos levantadas. La elegancia del Salón de Eventos Rojo Deslumbrante se quebró bajo el peso del espectáculo.

James, todavía sosteniendo su micrófono muerto en el escenario, observaba horrorizado.