CAPÍTULO 11

En ese momento Emily se volvió bruscamente hacia los guardias mientras pasaba por las puertas, sus tacones resonando con irritación sobre el suelo de mármol.

—Ustedes dos —siseó entre dientes apretados—, deberían considerarse sin trabajo una vez que este evento termine.

En ese momento sus ojos se estrecharon con desdén antes de girar sobre sí misma y entrar con paso firme al edificio, sin molestarse en esperar una respuesta.

Los guardias intercambiaron miradas, con inquietud reflejada en sus rostros.

Momentos después, un suave silencio se extendió nuevamente por la entrada mientras un nuevo coche se acercaba—esta vez, un Rolls-Royce blanco, pulido a la perfección y brillando bajo las luces como una perla entre carbones.

Inmediatamente el valet abrió la puerta con suavidad.

Una sola pierna salió, seguida por una esbelta silueta vestida completamente de blanco.

Cora.