CAPÍTULO 16

En ese momento, James se acercó a Cora con ojos que ardían como fuego.

Sus labios estaban retraídos en una mueca de desprecio, y su voz sonaba baja, tensa y amarga.

—¿Crees que has ganado? —dijo, dando un paso amenazador más cerca—. ¿Crees que porque te paraste en ese escenario y hablaste sin parar frente a todos, porque de alguna manera conseguiste que los Víctores te respaldaran, eso te hace victoriosa?

Soltó una pequeña risa desdeñosa.

—Te volviste contra mí, actuaste para que los Víctores se volvieran contra mí. ¿Y ahora estás ahí parada... presumida... pensando que has ganado? —De nuevo se inclinó ligeramente hacia adelante—. Déjame decirte algo.

Sin embargo, los ojos de Cora no se inmutaron. Simplemente permaneció allí tranquila, con los brazos cruzados sin apretar, como si observara una rabieta de un extraño.

A James no le gustó eso. Su calma... hacía que su rabia burbujeara con más intensidad.