En ese momento, al escuchar lo que Cora acababa de decir, la boca de Melissa se abrió ligeramente. Parpadeó una vez, luego dos, claramente no preparada para ese tipo de pregunta. Toda su expresión cambió—de interés casual a incredulidad defensiva. Rápidamente cruzó los brazos e inclinó la cabeza como si estuviera ofendida.
—Espera, ¿qué? ¿Por qué dirías eso? —se burló Melissa, aunque su voz salió un poco demasiado rápido—. ¿Cora, en serio? ¿Por qué tendría algo con Oliver? Es decir... solo nos hemos visto como tres veces. ¡Tres! ¿Qué te hace pensar que sentiría algo?
Cora levantó una ceja, sus labios curvándose en una lenta sonrisa conocedora.
—Ajá —murmuró, asintiendo lentamente—. Claro. Tres veces. Pero qué curioso que recuerdes el número exacto.
La mandíbula de Melissa se tensó ligeramente.
—Bueno, solo estoy diciendo... no es como si fuéramos cercanos ni nada. No lo conozco tan bien.