CAPÍTULO 64

En ese momento, Emily miró a su alrededor, con el ceño fruncido por la confusión. Escaneó el jardín lentamente, tratando de ver qué había captado la atención de James, esperando encontrar algo, quizás un objeto extraño, un animal, o incluso una marca que pudiera explicar por qué él repentinamente dejó de caminar y se volvió tan curioso como para decir lo que acababa de decir.

Pero no había nada.

Solo el jardín habitual, el camino que siempre usaban, el césped recortado, la suave brisa soplando a través de los árboles... nada inusual.

Así que entonces preguntó, un poco desconcertada:

—¿Qué pasa, James? No estoy viendo nada. ¿Qué te hace actuar así?

James no dijo nada al principio. Simplemente siguió mirando fijamente un área particular del suelo.

Luego, en voz baja, casi como si estuviera hablando consigo mismo, dijo: