Capítulo 32: La noticia

El doctor miró a los presentes con una expresión seria. El peso de la información que estaba a punto de soltar se sentía en el aire.

—Sobrevivió… pero hay algo que deben saber.

Alicia apretó el brazo de Maximiliano, sus uñas casi se clavaron en la piel de su esposo.

—Dígalo de una vez, doctor. —La voz de Maximiliano sonó grave, con ese tono autoritario que usaba cuando estaba al borde del colapso.

El médico suspiró.

—Alice sufrió un traumatismo craneoencefálico severo. La cirugía fue exitosa, logramos estabilizarla, pero… existe la posibilidad de que sufra amnesia temporal.

Alicia dejó escapar un jadeo, llevándose una mano al pecho.

—¿Cómo que amnesia?

—Su cerebro sufrió un impacto fuerte. Puede que al despertar no recuerde el accidente… o tal vez haya lagunas en su memoria sobre los últimos meses.

Maximiliano frunció el ceño.

—¿Cuánto tiempo tardará en recuperarse?

El doctor negó con la cabeza.

—Es difícil decirlo. Algunos pacientes recuperan la memoria en días, otros en semanas… y en casos más graves, puede ser permanente.

Silencio.

Dere, que había permanecido en la sombra observando, sintió un extraño nudo en el estómago. ¿Alice lo recordaría? ¿Recordaría sus peleas, sus provocaciones, sus juegos de seducción?

¿Recordaría a Julián?

Apretó los dientes. No era su problema. Él solo era su guardaespaldas, pero la idea de que olvidara todo lo que habían vivido lo dejó inquieto.

Alicia comenzó a llorar, abrazando a Maximiliano, quien la sostuvo con firmeza, aunque su mandíbula se tensó de rabia.

—Quiero verla.

El doctor asintió.

—Puede entrar uno por uno. Aún está sedada, pero podrán estar con ella un momento.

Alicia fue la primera en entrar. Dere se quedó atrás, cruzando los brazos con expresión dura. No tenía derecho a entrar, no era familia.

Pero… algo dentro de él quería verla.

Quería saber si lo había olvidado.

Y en ese momento, supo que estaba jodido.

La habitación de Alice estaba sumida en un silencio inquietante. La respiración de la joven era regular, pero su rostro seguía marcando el rastro de la tragedia que acababa de vivir. Maximiliano y Alicia estaban con ella, sin poder hacer nada más que esperar. La tensión en el aire era palpable.

Mientras tanto, Dere se encontraba en el pasillo, con los brazos cruzados y la mirada fija en el suelo. Algo no le encajaba. Desde el momento del accidente, una sensación incómoda lo había estado carcomiendo. ¿Por qué un accidente tan brutal tan repentino? Y, más importante aún: ¿por qué Alice?

Su celular vibró. Marco, el primo y colega guardaespaldas, le estaba llamando.

—¿Qué pasa? —preguntó, con un tono bajo pero decidido.

—Hay algo raro, Dere. La policía encontró huellas de freno que no deberían estar allí.

Dere frunció el ceño. Eso no podía ser casualidad.

—¿Qué quieres decir con "huellas de freno"?

—El auto no fue solo derrapado. Parece que alguien intentó que se detuviera antes del impacto… como si estuvieran esperando para embestirla.

El corazón de Dere dio un salto. Todo encajaba ahora.

—¿Seguro?

—Lo estoy investigando. El mecánico que revisó el vehículo dijo que los frenos fueron manipulados. No fue un accidente.

Dere apretó los dientes, su mente comenzando a ordenar las piezas del rompecabezas.

—¿Sabes quién lo hizo?

—Aún no, pero tengo a alguien trabajando en eso. Lo sabremos pronto.**

Dere se quedó en silencio por un momento, procesando la información. Alguien había intentado matar a Alice, y todo apuntaba a que no fue un accidente. Su estómago se retorció al pensar en las posibles manos detrás de todo esto.

—Gracias, Marco. Manténme informado.

Colgó la llamada con un suspiro pesado. La rabia lo invadió, pero también un sentimiento profundo de desesperación. Alice estaba en coma, y alguien estaba tratando de acabar con ella.

Poco después, Maximiliano salió de la habitación, su rostro marcado por la tensión. Alicia había quedado junto a su hija, esperando que despertara. Dere aprovechó ese momento para acercarse al médico.

—Doctor, ¿se sabe algo más sobre el accidente?

El médico lo miró, reconociendo el tono serio y protector del guardaespaldas.

—No sabemos mucho más, pero la policía está investigando. Han hecho un informe preliminar, pero es todo muy reciente. De todas formas, no hay indicios de que haya sido un accidente.**

Dere sintió una descarga de adrenalina recorriéndole el cuerpo. Alguien lo había planeado todo.

Mientras el médico seguía hablando, Dere se alejó, decidido. Debía investigar por su cuenta.

Al mismo tiempo, en la mansión Salvaterra, Maximiliano y Alicia comenzaban a hacer preguntas. ¿Quién estaba detrás de este atentado? ¿Por qué Alice? La preocupación de Maximiliano crecía cada minuto, pero la rabia de Alicia, aunque oculta bajo su fachada de madre preocupada, estaba tomando fuerza.